Se suele dar por bueno que
el coche eléctrico es mejor para el medio ambiente que el de gasolina, pero
esta afirmación no está ni mucho menos clara. No es suficiente con calcular las
emisiones generadas cuando están los motores en marcha. Para comparar estas
tecnologías de la forma más rigurosa posible hay que tener también en cuenta lo
que ocurre en las fábricas, los materiales extraídos para cada una de las
piezas, el proceso a través del cual se ha obtenido la energía, incluso la
forma de conducir. Por eso resulta de lo más interesante el trabajo realizado
en Francia por Ademe, que compara vehículos de gasolina, diesel y eléctricos
desde que se fabrican hasta que terminan en el desguace.