EL PESCADOR
Con su carácter sencillo y nada licencioso, se había ganado
el respeto de todos sus compañeros de trabajo, pues era, además, un hombre muy
diestro en el desempeño de su labor… No conocía el temor y cuando en alguna
ocasión un temporal amenazaba a la embarcación transmitía todo su brío a la
tripulación. Como un gladiador, luchaba contra la bravura del mar que cuando se
enfurece no entiende de vidas en peligro o de familias que esperan el regreso
con desazón y esperanza.
El pescador, cuando no estaba embarcado, gustaba de la
conversación amena, del placer de la lectura y gozaba de una capacidad de
réplica que llegado el caso ponía en práctica.
―Creo que todas las personas, si no
hacemos daño a los demás, tenemos derecho a enfocar nuestras vidas, tanto en lo
fundamental como en lo ocioso, de la forma más provechosa para nuestro
intelecto y para la salud de nuestro cuerpo. Es algo lógico y natural que hace
de cada individuo un ser diferente a los otros. Eso no impide, porque vivimos
en sociedad, que, a veces, también desarrollemos algunas actividades que no nos
llenan plenamente, pero que tampoco nos desagradan. No digo, ni siquiera, que
lo expuesto tenga que ser compartido por tu manera de concebir la existencia,
aunque a mí me parezca bastante razonable… No hay nada más sano que respetar
los diferentes planteamientos que cada uno hace de su día a día
Cuentan, finalmente, que el bravucón con cara de sorpresa dio
un giro de ciento ochenta grados y se perdió por una estrecha calle que, en su
caso, no lo llevaría a ninguna parte.
Con mis mejores deseos, saludos cordiales.
Fernando Monge
12/marzo/2023
fmongef@gmail.com
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