La pasión como forma de vida: José María de Huarte Solchaga ha conseguido que sus dos grandes aficiones, la pintura y Porsche, se conviertan en mucho más que un trabajo vocacional, para hacer de ello casi un estilo de vida. Sobre todo ahora que acaba de estrenar su flamante Taycan.
Nos reunimos con José María en su estudio, situado en un edificio palaciego en la calle Mayor de Pamplona. Algunas de las obras que conservan y que se encuentran colgadas o apoyadas en el suelo del estudio nos van dando paso hasta su zona de trabajo, donde un GT3 RS negro, a medio terminar, centra toda la atención. "Lo estoy haciendo por puro placer, no es un encargo, y es para la exposición que estoy preparando en Madrid", nos cuenta. Está claro que Porsche es una constante en sus obras y los cuadros que guarda y no ha vendido son los que más le gustan, la mayoría protagonizados por un Porsche.Obras de José María de Huarte
Para este pamplonés su padre había previsto un futuro profesional muy distinto del que finalmente ha sido su medio de vida. Su familia quería que fuera profesor de kárate, pero la tienda familiar de material de bellas artes y la pequeña galería dentro de la propia tienda no ayudaron para que José María desarrollara la afición por el kárate. En ese entorno artístico pasó y horas desde pequeño, dibujando horas coches, aviones, tanques, trenes y cualquier artefacto que tuviera la capacidad de moverse.
Cuando todavía era un niño, su familia veraneaba en Francia, en la zona de Vichy y Clermont-Ferrand, y allí fue donde todavía recuerda perfectamente la primera vez que vio y oyó un Porsche, un 930. "Me fascinó aquel deportivo que era diferente a todos los coches que yo había visto hasta entonces, sus líneas, su sonido totalmente distinto al de cualquier otro automóvil, poderoso, rápido". Allí empezó esa fascinación por los Porsche, por el 911 y por el 930 en particular, además de sentar las bases de lo que, sin saberlo, sería su futuro profesional. Pocos años después inició sus estudios en la Escuela de Artes y Oficios de Pamplona. Del kárate no se vuelve a hablar en casa.
Aprender, experimentar, probar, investigar… cualquier trabajo bien hecho exige tiempo y una absoluta dedicación a los detalles, algo que a lo largo de la historia de Porsche ha demostrado y puede apreciarse en cualquiera de sus deportivos. Para José María la historia de la marca y de su creador ha sido también una fuente de inspiración. Después de terminar sus estudios comenzó su carrera profesional. Su extrema habilidad y precisión con los lápices y los pinceles hizo que desde muy joven le encargaran obras de todo tipo, desde retratos hasta pequeños paisajes intimistas.
Unos años más tarde y de manera más profesional, la heráldica y la genealogía se determinaron en protagonistas de sus trabajos, lo que se demandó en ese momento. Se especializa en blasones y escritos, tanto para organismos oficiales como para particulares, y aunque esto parece alejado de su afición por los automóviles, lo cierto es que estas obras le llevan a adquirir una gran maestría en los detalles y la precisión manejando los pinceles pequeños . Incluso realiza diminutas pinturas al óleo sobre marfil y miniaturas por encargo, pero esto no le impide seguir dedicando su tiempo libre a pintar coches ya ir forjando una técnica y un estilo propio.
A finales de los años 90, tras vender algunos de sus cuadros y realizar encargos de obras en las que los automóviles eran los protagonistas, se decide a trabajar en lo único que realmente le gusta, pintar coches. La galería Fermín Echauri de Pamplona se convierte, hasta la actualidad, en el escaparate perfecto para sus obras, que empiezan a tener buena salida, además de la galería Agurcho Iruretagoyena, de San Sebastián, donde también realiza alguna. Muchas de esas obras las hace por puro placer, la mayoría con Porsche como protagonista, y otras son encargos llegados desde diferentes países.Obras de gran formato
Los cuadros de José María de Huarte son de grandes dimensiones, miden 1,94 x 1,40 metros, lo que le permite recrearse en los detalles. Su técnica es el fotorrealismo minimalista. Los vehículos se muestran con absoluta precisión, como si fuera una fotografía, plasmando hasta el más mínimo reflejo sobre sus carrocerías, pero no hay nada más, no hay paisaje ni entorno que distraiga la atención para que la vista se centre solo en la belleza de las lineas de cada automovil. Aunque si nos acercamos percibimos que los trazos sobre el lienzo son más bien horribles, no encontramos finas líneas como cabría esperar. José María nos lo explica: "pinto con pinceles horribles y esto hace que a cierta distancia se aprecie mucho mejor el efecto visual del fotorrealismo, que lo hace más espectacular, aunque de cerca no resulte tan preciso ni detallado".
Los encargos le llegan de todas partes, Francia, Italia, y sobre todo son pedidos con un fuerte componente sentimental. "El último que terminó ha ido a Normandía y ha sido un regalo de los hijos a su padre, una reproducción de su 964". Aunque también hay peticiones que resulten más difíciles de llevar a cabo. "El que menos me gustó hacer fue un Citroën DS que me encargaron desde Francia, porque las fotos que me dieron no eran buenas y fue realmente difícil completar el trabajo". José María no firma sus obras por delante sino por detrás, para que nada distraiga la atención sobre el verdadero protagonista, el coche. En algunos de sus primeros trabajos la firma estaba "camuflada" en un pequeño brillo o en una esquina, pero casi imperceptible.
Y volvemos a la pasión Porsche, porque buena parte de su obra gira en torno a sus deportivos favoritos, aquellos que quedaron grabados en su memoria de las vacaciones en Francia. Uno de los coches que más ha disfrutado pintando fue un 930 Targa negro que ahora está en Madrid. "Tenía millas de brillos que fue todo un reto plasmar en el lienzo". Sin ninguna duda su favorito es el 930, pero el 911 de 1963 y el 928 son otros Porsche que también le entusiasman. Por eso cuando se pone a pintar algo que no es un encargo siempre es un Porsche, como el GT3 RS negro en el que se encuentra trabajando cuando visitamos su estudio. A la vista está que la gran mayoría de las obras que conserva son Porsche.
Pero la pasión Porsche no se queda solo en sus cuadros y va al plano real. "En el Centro Porsche Pamplona son amigos y saben de mi pasión por la marca, por lo que me invitan a las pruebas de nuevos modelos ya todas las actividades que realizan. Hace unos años estuve a punto de comprar un Carrera 4, pero no era el momento adecuado y ahora tengo claro que el Taycan es el Porsche perfecto para mí en este momento de mi vida".
Seguro que muy pronto su flamante Taycan también se descubrió en protagonista de alguna de sus obras y, desde luego, de sus próximas emociones. Por fin ha podido hacer realidad aquel sueño de niño y ha entrado en la nueva era Porsche con un modelo que "suena diferente a todos los coches". Y muy posiblemente un día, en cualquier calle de Pamplona, de España o del mundo, un niño se quedará emocionado con la impactante imagen de ese Taycan en su memoria y la historia volverá a repetirse.
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