sábado, 5 de febrero de 2022

LA ROTONDA

 

FANÁTICOS

 




De un tiempo a esta parte, desconozco cuáles son los motivos, pero los fanatismos se están prodigando en el mundo. Dice la R.A.E. que el FANATISMO es el apasionamiento o actividad que se manifiesta con pasión exagerada, desmedida, irracional y tenaz de una religión, idea, teoría, cultura, estilo de vida, persona, celebridad o sistema, entre más aspectos que podrían desencadenar un fanatismo.


En la política los fanáticos están al orden del día, tanto en algunos políticos mundiales como a aquellos que defienden unas siglas exageradamente, incluso sin atender a razones solo por el hecho de pertenecer a un partido determinado. Raro es el día que no nos asomamos a los medios de comunicación y, sorprendentemente, observamos cómo algunos parlamentarios se abandonan a la violencia agresiva más contumaz incluso en foros institucionales. Partiendo de esos ejemplos, no hace falta decir que son a posteriori legiones de seguidores que se expresan de la misma manera en cualquier otro lugar. Ni que decir tiene que la falta de racionalidad puede llegar a tal extremo que, por el fanatismo, una persona mate a otra.
En el terreno religioso con la defensa de dogmas, la defensa de libros sagrados o de dioses, o el rechazo a determinadas religiones (antijudaísmo, cristianofobia, islamofobia).
El fanatismo no es una enfermedad mental, pero se asocia a distintos trastornos de personalidad, especialmente los de tipo narcisista, y “puede llegar a extremos peligrosos como acosar, perseguir y matar seres humanos, tratando de imponer una creencia, doctrina o ideología, considerada buena solo para el fanático.
A lo largo de la historia nos encontramos con fanáticos que han quitado la vida a otras personas como el caso de John Lennon, este músico, considerado uno de los más grandes de todos los tiempos, murió de 4 balazos efectuados por Mark David Chapman, el 8 de diciembre de 1980 justo cuando regresaba a su departamento de Nueva York.
En síntesis, el fanatismo presenta uno o más de los siguientes rasgos:

Dogmatismo falaz: creencia en una serie de convicciones que no se cuestionan ni razonan y cuya justificación lo es por su propia naturaleza;
Intransigencia: no acepta los análisis críticos de sus ideas o comportamientos;
Maniqueísmo: las diferencias son consideradas de manera radical; no se admiten los matices.
Reduccionismo doctrinal o simplicidad de análisis interpretativo: la diversidad categorial suele encerrarse en pocas categorías contrapuestas: "buenos" y "malos"; "arios" y "no arios"; "fulanos" y "menganos" "del mundo" e "hijos de Dios";
Discriminación o intolerancia a la diferencia: rechazo de lo que escapa a unos determinados modelos y etiquetas;
Autoritarismo: afán de imponer la propia cultura, estilo o creencias y de forzar a que los demás se adscriban a lo mismo.

Como me gusta el deporte, no puedo dejar pasar esta oportunidad para hacer una reflexión en voz alta con respecto a los fanáticos del deporte:

El fanatismo llena las gradas de insolencia, descortesía, mala educación, salvajismo. Si se piensa que a base de gritos e insultos se va a conseguir la victoria del equipo al que se apoya, se equivocan. Lo único que se logra es deshonrar a los deportistas, insultar a los que honestamente lo dan todo.


El fanático se adhiere incondicionalmente a su equipo. Lo malo es que con frecuencia se destapan las bajas pasiones, y el amor por lo propio puede ir acompañado de odio por los equipos contrarios hasta el punto de alegrarse si un jugador del bando opuesto se lesiona.

¿Qué causa el fanatismo futbolístico?
Se genera angustia y ansiedad e incluso agresividad. En un partido de fútbol, un espectador obsesivo puede llegar a tirar botellas en el estadio, pegarle a una persona que sea fanática del equipo contrario o incluso tirarles objetos a los árbitros, o jugadores del equipo contrario. Si usted se ve reflejado en alguna de estas características que acabo de exponer: usted es un aficionado FANÁTICO.
Una cosa es defender algo con razón, y otra es ser un delincuente. El hecho de pertenecer a un partido político, una religión determinada, gustarle un artista, o ser aficionado de un club, no le legitima a emplear todos los medios a su alcance para quedar por encima del otro, y menos cuando se emplea la violencia, en ese momento todo lo que venga después ya no importa, se ha traspasado la raya, y ya no hay vuelta atrás, solo queda la disculpa y la condena ante los hechos reprobables acaecidos.
Se han realizado incluso estudios académicos sobre los fanáticos del fútbol y se ha llegado a la conclusión que:
“todo el conjunto de neuroquímicos asociados con el deporte, desde la dopamina a la adrenalina a la oxitocina, se desencadenan en un grado similar tanto en los jugadores como en los fanáticos durante un juego” así lo ha recogido, Paul Bernhardt, un joven científico conductual en la Universidad Estatal de Georgia.


En definitiva, la política, la religión, las artes escénicas y el deporte son disciplinas que tocan las emociones en el ser humano, unos por convicción, otros por interés, y otros por placer.
Disfrutemos de los placeres de la vida con emoción y respeto, amigo mío,
Con afecto,



Pepe Bejarano

todomotornews@gmail.com

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