CAPITAL DE LOS PAÍSES BAJOS
El autobús parte de Ámsterdam con dirección a Bruselas una
fría mañana del mes de noviembre. Los viajeros miran por las ventanillas y
rememoran los días vividos en la capital oficial de los Países Bajos… Conocida
por su patrimonio artístico, su elaborado sistema de canales y sus casas
angostas, herencias de la Edad de Oro de la ciudad durante el siglo XVII. En
aquella época se construyó el anillo de canales que cuenta, en la actualidad,
con más de 150 y la nada desdeñable cifra de 1.281 puentes semicirculares, por
lo que se conoce como la Venecia del Norte. Fundada en el siglo XII como un
pequeño pueblo pesquero, en la actualidad es la ciudad más grande del país y un
gran centro financiero y cultural de proyección internacional.
Aunque durante casi toda su historia ha sido la capital
oficial de los Países Bajos, nunca ha albergado la sede de la Justicia, el Gobierno
o el Parlamento neerlandés, ya que todos estos órganos se encuentran en La
Haya, que es la principal ciudad del país con respecto a política y justicia.
Ámsterdam atrae a turistas de todos los rincones del planeta
debido a su cultura liberal. Debemos
saber que la mejor forma de recorrer esta ciudad es en bicicleta ―en Ámsterdam hay más bicicletas que personas, y el 60% de sus
habitantes se mueve en este vehículo―, pero no deje de mirar siempre a
izquierda y derecha antes de cruzar las calles, ya que algunos ciclistas suelen
ser bastante imprudentes. Conviene destacar que la mayoría de los edificios de
Ámsterdam están construidos sobre pilotes de madera ―Pieza larga a modo de estaca que se hinca en
el terreno para consolidar los cimientos de una construcción― cuya longitud oscila entre los 15 y
los 20 metros. Otro apunte interesante de la ciudad es que se encuentra bajo el
nivel del mar, pero ha conseguido mantenerse a flote gracias a su emblemático
sistema de canales y a los pilotes de madera… Una curiosa observación, las
llamadas "damas de la noche" pagan sus impuestos y ofrecen sus servicios dentro de la
más estricta legalidad… Son las prostitutas que se exhiben ligeras de ropa
cerca de la Estación Central de Ámsterdam en una llamativa hilera de
habitaciones acristaladas.
Carlos, el guía, fue pormenorizando todo lo expuesto en los párrafos
anteriores y otros muchos conocimientos en el transcurso del viaje. Era un
asturiano licenciado en Historia del Arte por la Universidad de Ámsterdam.
Tendría unos cuarenta años y vestía su corpulenta humanidad con un traje gris y
un abrigo largo de color marrón. Tenía una espesa cabellera en la que asomaban
algunas canas y lucía un rejuvenecedor peinado.
―La capital oficial de los Países
Bajos quedó detrás y ahora…
―Ni
hablar. La capital de Holanda o de los Países Bajos, como a usted le gusta llamarla,
es La Haya ―dijo un cincuentón, que cubría su orondo cuerpo con un chaquetón
azul.
―Disculpe,
señor. Yo pensaba que ese apartado había quedado claro para todos ustedes
―comentó el guía con parsimonia.
―Pues
a mí no me ha convencido. La capital de Holanda ha sido y sigue siendo La Haya
―sentenció el impertinente “sabelotodo”, ante la perplejidad del resto de los
viajeros por su inesperada y hasta cierto punto divertida terquedad.
Con
mis mejores deseos, saludos cordiales.
Fernando
Monge
30/enero/2022
fmongef@gmail.com
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