LA PLAYA DESIERTA
Todo menos eso. Las medidas de seguridad unas más acertadas que otras han sido denominador común para poder disfrutar de arena, sombrilla y baño. Los mismos de siempre, la gran mayoría acatan las normas, otros, los mismos de siempre, ni caso.
Este año he podido comprobar de nuevo como las carreteras echan humo, desde que sales de casa hasta que vuelves de nuevo por donde has venido.
La ciudad no se despierta como antes, desde muy temprano, el ruido de los motores despierta a los pájaros, antes era al revés. Los turnos nocturnos de las grandes ciudades hacen que los trabajadores se desplacen de un lugar a otro durante las 24 horas del día. No hace mucho tiempo, las madrugadas eran más silenciosas. Todo eso ha cambiado las grandes empresas tienen sus turnos completos, la economía de mercado vuela, y los productos sean cual sean están en constante producción.
La maleta, el portátil, e-book, cargadores, y las demás butacas y sombrilla me acompañan camino de la playa en el capó de mi coche.
Hora y media me separan de mi destino vacacional. Salgo temprano, sin prisas, pero sin obstaculizar, y el primer estrago me lo encuentro para salir de mi ciudad. Había supuesto que habría más personas de vacaciones, pero entre coches, motos, camiones parece como si nadie se moviera de su casa un año más. No se equivoquen como yo, pude comprobar cuando llegué al litoral gaditano, que aquello era un hervidero. Bien por la economía andaluza, mal por los contagios. Pude subir al faro más alto de la península, y el decimosexto más alto de Europa, y vigésimo primero del mundo. Desde lo más alto comprobé que las sombrillas tapaban las orillas de las distintas playas que franqueaban el pueblo.
Mientras oteaba el horizonte desde los 62 metros de altura del faro, pude respirar el aire puro y limpio con reminiscencia de sal de los corrales─ Estos cuadrados irregulares, conformados por una amalgama de algas, conchas y roca ostionera, llamados popularmente “Los Corrales”, son el mejor monumento natural de la localidad gaditana y están llenos de peces… y curiosidades. La pesca en los Corrales de Chipiona es pesca 100% sostenible, con sumo respeto al medio ambiente. La actividad está reservada a tan solo unos pocos pescadores, pertenecientes a la asociación Jarife, que además deben cumplir a rajatabla el Código de Buenas Conductas que ayuda a preservar esta tradición.
Su posición estratégica en la Desembocadura del Guadalquivir permite el desarrollo de una gran cantidad de diversas especies. Esto la convierte en una zona demasiado interesante para el comercio del Golfo de Cádiz y de ahí su especial mimo─ bueno, pues desde allí, recordé como, los vehículos volaban prácticamente por la autovía Sevilla-Cádiz, hoy en un gran número, ya que el estado ha retirado el pago de la misma.
La playa no estaba desierta, ni mucho menos estaba abarrotada, repleta de entusiasmo, de sonrisa de niños jugando con sus flotadores, y de personas mayores, con sus pies enterrados en la arena, y sus miradas perdidas en el horizonte.
Nuestro objetivo es llegar, disfrutar de nuestras vacaciones, y pensar que los demás tienen los mismos derechos y las mismas obligaciones. Desde el faro chipionero, vislumbro fehacientemente que la playa no estaba desierta, pero seguro que, desde tan alto, me era imposible ver quien faltaba ese día, ¿Quién había dejado todas sus ilusiones, y la de sus familiares, y las de otros vehículos sobre el asfalto este día?
Como me gustaría que nuestras palabras se convirtieran en el faro donde me encuentro, que señala a los barcos la entrada al estuario del río Guadalquivir, el único río navegable de España, así es, que alguien pudiera ver la luz del faro de mis palabras, quitar él píe del acelerador, y ver desde aquí, que su sombrilla un año más está ahí, justo en la arena como siempre.
Con mi afecto y respeto,
Pepe Bejarano
todomotorsevilla@gmail.com
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