viernes, 21 de mayo de 2021

LOS BADENES ACORTAN LA VIDA ÚTIL DEL SISTEMA DE AMORTIGUACIÓN, CON UN COSTE DE HASTA 1.000 EUROS

Su impacto produce un efecto dominó, empezando por deformaciones en el neumático y terminando en estrés a los tacos que unen chasis y motor




La proliferación de calles 30 en los entornos urbanos podría conllevar la desaparición progresiva de los badenes, al menos en este tipo de vía, tal y como ha manifestado el director general de la DGT, Pere Navarro, lo que ayudaría a evitar que se acorte la vida útil de los sistemas de amortiguación de los vehículos. Y es que se trata de un elemento que genera un desgaste prematuro, que en caso de tener que ser sustituido puede requerir un desembolso de hasta 1.000 euros, según Euromaster, el especialista en el cuidado y mantenimiento integral del vehículo.

 

Los badenes provocan un mayor estrés de las piezas del sistema de suspensión, desde los amortiguadores, pasando por muelles, brazos de suspensión, cojinetes, etc…. No obstante, el primero en soportar el impacto con el badén es el neumático, lo que puede llegar a provocar deformaciones si se circula a una velocidad inadecuada o por la acumulación de impactos.

 

A partir de ese momento, se produce un efecto dominó en la mecánica del vehículo, desde el origen que es el neumático, pasando por el sistema de suspensión y llegando a un tercer e importante punto, los llamados tacos motor, que son de goma y representan la unión entre el chasis y el motor, que se ven sometidos a fuertes vibraciones cuando pasamos por encima de un badén.

 

Sin embargo, la amenaza no es solo económica, pues en caso de circular con la amortiguación dañada existe un riesgo para la seguridad vial, ya que afecta a la estabilidad del vehículo, así como a la capacidad y distancia de frenado.

 

Precisamente, Euromaster recuerda el particular riesgo que los badenes entrañan para las dos ruedas, especialmente en determinadas condiciones -lluvia-, o ubicaciones, -justo a la salida de una curva-, de tal modo que la moto no solo sufre el mismo estrés mecánico que el coche, sino que además se puede convertir en un elemento de riesgo para el propio conductor.

 

Desde el pasado 11 de mayo, los conductores solo pueden ir a 20 kilómetros por hora en vías que tengan única calzada, a 30 en las de un solo carril por sentido de circulación, dejando el límite hasta ahora habitual de 50 a aquellas con dos o más carriles.


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