SINVERGÜENZAS
Con perdón, exceptos a
pícaros, bribones y a aquellos que cometen actos ilegales en provecho propio, o
que incurren en inmoralidades.
Seguro que cada uno de
nosotros, configuraríamos un listado con el nombre de más
de uno/a. Solo hay que abrir el periódico cada día para encontrarnos con estos
personajes “Doctor Honoris Causa en exceso de “jeta”. Sí, algunos tienen muchas
titulaciones, pero nada de vergüenza. Estoy convencido que cada uno de nosotros
a “bote pronto” pondríamos dos o tres ejemplos con los ojos cerrados.
Con el COVID-19, estos individuos
se han superado a sí mismos:
Son aquellos que no llevan
mascarillas, los que no guardan la distancia de seguridad, y pasan
olímpicamente de las medidas de seguridad para evitar los contagios.
Son aquellos que dirigen
algunas administraciones, y en vez de facilitar a los ciudadanos la labor en
tiempos de Covid-19 nos hacen la vida más difícil:
El descontrol de los Centros
de Atención Primaria es vergonzoso, como se gestiona la salud de las personas.
En pleno siglo XXI en plena era digital, ¿no hay un informático que ponga en
marcha una página, donde las gestiones sanitarias administrativas las
gestionemos desde casa y, no tengamos que estar en plena calle más de dos horas
para pedir una cita, para dentro de veinte días o más? y en condiciones de
salud deplorables. Sobre este tema podría ampliarles si tienen interés para
argumentar un libro, no tengo ningún inconveniente, si
me lo solicitan en el email de abajo de la página. Sinvergüenzas, a manojitos.
Podría hablarles del Servicio
de empleo Estatal (SEPE), donde algunas criaturas se las ven y desean para
cobrar un ERTE o para realizar una gestión indispensable. Ayuntamientos,
Administraciones autonómicas, Servicios estatales…esos lugares indispensables
para el buen desarrollo social del ser humano. En algunos de estos lugares nos
hemos encontrado a los más desahogados del mapa. Estoy
convencidos que ellos, y solo ellos saben que lo que están haciendo, lo están haciendo
mal. Es un problema de conciencia, y de sus jefes más inmediatos, sinvergüenzas
redomados que están ocupando un lugar en la sociedad que en vez de servir a los
demás, no sirven absolutamente para nada, solo para congestionar más la
administración.
Y si hablamos de algunos
políticos, no hace falta que les ponga ningún ejemplo, ahí, los responsables
somos nosotros, que somos los que los elegimos. Aunque ellos después, hagan de
la administración su particular parque temático, donde el único que se divierte
es él/ella, y los demás lo padecemos.
Y perdónenme, las carreteras están
repletas de sinvergüenzas cada día. Aquellos que conducen creyéndose los
únicos, los que hacen y deshacen a su antojo todo lo que les viene en gana: no
cumplir las normas más básicas, conducta, respeto, valores de la conducción.
Espabilados de medio pelo que sobrepasan la sinvergonzonería, y rayan el delito
con su vehículo. O aquellos que solo son peatones, y que con sus actitudes
dejan mucho que desear, al igual que los nuevos inquilinos de la nueva
movilidad en la vía pública, bicicletas, patinetes eléctricos, y otros
artefactos.
Estoy cansado de tener que
encontrarme cada día con estos elementos que conforman nuestra sociedad, cada
día más en mayor número, y que están destrozando latido a latido, la epidermis
de una sociedad que está pidiendo a gritos que
el mundo se pare.
Aprovechados con togas, o
sopletes, con una brocha o un micrófono, sinvergüenzas con o sin corbatas o
trajes de chaquetas, “enterados” de uniforme o sotanas, aquellos ineptos de
nacimiento que no saben diferenciar una comunidad de vecinos de un vecino en
comunidad, esos aprovechados que juegan a pisar al más débil, ¡ellos saben
quiénes son¡ cuando se levantan cada
mañana con el único propósito de “fastidiar a los demás”, esos que son felices
con las desgracias ajenas, y que duermen del tirón con sus planes de jubilación
que hemos pagado entre todos.
Esos no son dignos de un mundo
con futuro abierto, y todos desde nuestra posición tenemos
que hacerles frente, con nuestros votos, hojas de reclamaciones, denuncias
voluntarias, partes amistosos, o boletín de denuncias, eso sí, pongamos de
nuestra parte: padres, abuelos, docentes en general, ahora es un buen momento
para educar a los niños del presente y a las
mujeres y hombres del futuro, y no a un sinvergüenza que frene a una y otra
generación sin futuro.
Con mi afecto y respeto,
Pepe Bejarano
todomotorsevilla@gmail.com
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