sábado, 15 de agosto de 2020

LA ROTONDA


DÉJATE LLEVAR

                                    publicado 21/03/2020


Miro por la ventanilla, e instintivamente comienzo a contar los árboles que pasan a velocidad vertiginosa. El sol ilumina el horizonte que se trasluce tras los limpios cristales de un vehículo en marcha. Los colores pasteles resaltan con brillantes la entrada de la primavera sobre los campos dorados de trigo, y los girasoles toman el sol de la mañana que al campo sale. El azahar exhala su aroma, e invade las calles de blanca cal. La flor del naranjo abre sus pétalos cual alfombra sobre nuestros sentidos, y derrama sobre todos ellos algo de esperanza.

Con toda esta visión de colores y aromas, se me olvida que ocupo el asiento de al lado del conductor. Él vive otra realidad más práctica, y sus sentidos pasan de la más poética visión que la ventanilla me transporta.


El conductor pone sus sentidos en la carretera, en las maniobras de los demás conductores, en lo que indican las señales, y sus ojos bailan de un lado para otro, entre el parabrisas y los espejos retrovisores. La seguridad es lo primero. Él o ella no pueden entretenerse en los trazos de una primavera viva que renace, y hace que renazcamos cada año, a golpe de luz y de vida.

A golpe de un frenazo, vuelvo a convertirme en ese copiloto que deja de mirar por la ventanilla para, sin morderme la lengua, empezar a convertirme en un atropellado elemento discordante en todo el paisaje del interior del vehículo.

Ten cuidado cuando llegues al cruce”, “el semáforo se va a poner en rojo”, “quita el pie del acelerador”, “¿pero a dónde vas?, "te has pasado de la calle”, menos mal que el conductor solo atiende a todo lo que tiene que ver con la conducción.  No entiendo a un conductor entreteniéndose en paisajes coloridos, árboles en flor, o campos salidos de un lienzo de Sorolla. Lo más próximo que puede distraer a un conductor, es una canción que esté sonando en la radio en ese momento, y que te transporte a un momento inolvidable de tu vida, aquel o aquella situación que te trae por la calle de la amargura mientras te trasladas de un lugar a otro. Y para colmo, el irresponsable de turno que pone en peligro constante a unos y a otros, por desconocimiento, falta de educación, o por creerse el rey o reina de la carretera. Estos últimos no saben respirar la primavera, viven en un invierno infinito.

¿Saben que conducir con un copiloto responsable reduce en un 35% los accidentes de tráfico?

Según un estudio realizado por la Fundación Línea Directa, “El copiloto y su influencia en la prevención de los accidentes de tráfico. Una perspectiva de género”, la pareja más segura al volante sería una mujer conduciendo y un hombre como copiloto, a pesar de no ser esta la combinación más frecuente.

Para llevar a cabo este análisis, se han tenido en cuenta los accidentes con víctimas registrados en España entre los años 2011 y 2013, que han sido aproximadamente 255.000. Los principales resultados son los siguientes:


– El copiloto refuerza la seguridad del conductor a la hora de cumplir las normas

– Los mejores copilotos son hombres de entre 60 y 69 años

– Los copilotos tienen un 17% más de probabilidad de fallecer

– Los peores copilotos son varones de 18 a 29 años

– 500.000 conductores permiten al copiloto ir sin cinturón de seguridad

– 1,3 millones permiten que el copiloto le enseñe el móvil

– Se producen más accidentes si el conductor viaja solo (74% frente a un 26%)

Aunque la combinación más habitual en un coche es de hombre conduciendo y mujer como copiloto, la más segura es justamente al contrario. Tal y como ha registrado el informe desarrollado por Línea Directa, el copiloto perfecto debería tener las siguientes características:

– Conducta activa y colaborativa

– No distraer al conductor

– Estar pendiente del entorno

– Cumplir las normas

– Encargarse de las necesidades de los pasajeros de los asientos de atrás

Finalmente, ya que el papel del copiloto es fundamental para la seguridad vial, se deben tener en cuenta varios aspectos como desarrollar una actitud participativa ayudando al conductor en sus necesidades, no distraerle, tratar de remediar su cansancio y ser responsable de atender al resto de pasajeros.

 Al final, los números son solo eso… cifras. Y el conductor y el copiloto en perfecta armonía hacen que viajar sea más seguro, cada uno cumple con su misión, el conductor debe estar en perfectas condiciones físicas y mentales para poder desplazarse de un lugar a otro, poniendo la máxima atención en lo que hace, y el copiloto, facilitar la labor del conductor, y…DEJARSE LLEVAR. ¡Como el primer verdor anunciando la primavera!

Con afecto, y respeto,

Pepe Bejarano

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