sábado, 13 de junio de 2020

LA ROTONDA


LA VERDAD, TODA LA VERDAD…




Mes de junio de hace dos años. Dos de la tarde, con un sol de justicia. Iba con mi coche a 50 metros de la entrada del aparcamiento en superficie de mi casa. El climatizador del coche estaba a 18 grados, fuera hacía unos 37º centígrados.

Recuerdo minutos antes como en la autovía el asfalto dibujaba figuras inconexas en un horizonte cercano, antesala de una canícula por llegar.

Mi esposa me acompañaba en ese desplazamiento, ella me recordó que teníamos que comprar el pan para el almuerzo.

Por lo que pensé que, en vez de entrar en el aparcamiento de casa, dejar fuera el coche apenas a unos metros de distancia de la entrada del aparcamiento, estacioné mi vehículo y fuimos a una tienda cerca de casa especialista en la venta de panes.


El coche lo dejé en una calle de única dirección con doble carril, justo detrás de mí también había coches aparcados en batería. Había espacio suficiente para que dos vehículos marcha atrás pudieran realizar su maniobra y salir sin problemas.

Debido a la temperatura reinante, tardamos el tiempo mínimo posible en comprar el pan, volver al coche y disponernos a entrar en nuestro aparcamiento en superficie.


Aunque han pasado dos años, lo recuerdo con la máxima exactitud.
Entramos en el vehículo, los dos instintivamente nos introducimos en el coche, nos pusimos el cinturón de seguridad, miré por el espejo retrovisor, puse la marcha atrás y, con la máxima lentitud, giré mi cuello hacía la derecha por si venía algún vehículo antes de incorporarme. No me preocupé de mirar a los vehículos de atrás, ya que teníamos espacio suficiente para realizar la maniobra. Lentamente puse el coche perpendicular a la vía, metí la primera velocidad para iniciar la marcha, y en ese momento… sentimos un golpe tremendo en la parte lateral trasera de mi vehículo.

Un coche que también salía en ese mismo instante marcha atrás, me había dado un golpe en la puerta trasera izquierda del vehículo y la aleta trasera.

Con mucha tranquilidad me bajé del coche, mi señora también lo hizo, para ver qué había ocurrido. En seguida el conductor del vehículo contrario se vino para mí y me increpó:

─ ¿No se ha dado cuenta de que estaba saliendo yo?

Estudié la situación rápidamente, para no colapsar la circulación, y le contesté:

─ La verdad es que no le he visto.
El señor muy nervioso, de unos 50 años, me dijo:
─ Hay que llamar a la policía para formalizar el atestado.

Lo primero que hice fue hacerle fotografías a la situación de los coches y el daño que teníamos cada uno.

Vi que venía un coche de la policía local en nuestra dirección. Me dirigí al agente que se encontraba en el asiento de la derecha y le comenté que habíamos colisionado pero que no había que lamentar ningún tipo de lesiones personales, por lo que nos conminó a que realizáramos un parte amistoso.

El individuo del otro coche nervioso porque tenía mucha prisa, ya que tenía que ir a un supermercado a comprar material para el establecimiento donde trabajaba, me apremió para que realizara el parte, al tiempo que me decía:

─ Al final como nos hemos dado los dos vehículos marcha atrás, pagaremos cada uno los daños de los vehículos. Culpa compartida.
Yo me limité con toda la tranquilidad del mundo a extender el parte amistoso con los datos de ambos conductores y vehículos, y solo le dije:

─ Dejemos en manos de los profesionales quien ha sido el culpable.
La temperatura seguía subiendo, la de fuera y la de dentro. Terminé de cumplimentar el parte y le di su copia.

Cuando nos marchamos, mi coche seguía en la dirección correcta, él hizo un giro hacia la izquierda y se metió en dirección prohibida por la prisa que llevaba. Ahí me di cuenta de que de ninguna de las maneras yo era responsable del accidente. Entendí que las prisas nunca son buenas consejeras. Y a pesar del calor hay que mantener la mente fría y sopesar todos los pros y contras del accidente.
Que los nervios no conducen a nada y llevemos o no razón hay que actuar con sangre fría, no hay otra.

Con respecto al siniestro comprobé:

·      Que el conductor contrario me había dado el golpe en el lateral de mi coche. Y él tenía su golpe en la esquina trasera izquierda del su parachoques. Por lo que yo no estaba marcha atrás. Él sí. Cualquier perito que se precie podría dar fe de ello.

    Además, si hubiera salido él lentamente y se hubiera colocado en la dirección de la vía, nunca me hubiera dado con esa parte del parachoques. Me dio porque, debido a las prisas, no salió lentamente, y su intención era salir en dirección contraria, por lo tanto, en dirección prohibida.

Ya en casa, al día siguiente, di el parte a mi compañía aseguradora. Fotografías, croquis de la zona e informe completo del accidente.

Mi compañía, al tiempo, me dice que la parte contraria no se cree culpable por lo que tendremos que ir a juicio. El departamento jurídico de mi compañía no tiene dudas de mi inocencia, y vamos a juicio.

Me pide que si puedo aportar un testigo para ir con todas garantías, a lo que le expongo que el único testigo es mi señora, que venía conmigo en ese momento. Hago un escrito con su declaración y lo envío a la compañía. No creemos que pueda aportar mucho su testimonio ya que es mi esposa. A lo que el juez la admite y el día del juicio, dos años más tarde, la llaman a declarar. Responde a las preguntas de la parte contraria. Cuenta realmente lo que ocurrió y, a los 20 días aproximadamente, me llaman por teléfono del bufete de abogados que nos representó para informarme que hemos ganado el juicio.

Yo tenía un seguro a todo riesgo, con una franquicia de 150 € que fue lo que pagué en su día. Eso fue lo que me devolvieron en un talón a mi nombre, y lo que es más importante se me restituyó la razón. Sabía que yo no era responsable. El juez me dio la razón. TARDE PERO CIERTO.

Me alegré mucho, porque hay mucho enterado en los accidentes de tráfico. Y uno sabe de antemano si ha cometido, o no, una infracción, si es o no responsable de un accidente. Siempre, sobre todo si no hay víctimas o lesiones hay que actuar con tranquilidad. Recopilar todos los datos posibles y analizarlos más tarde sin prisa. No se vuelva loco.

Son situaciones extrañas, pero no hay que perder la cabeza ni la compostura, para eso están los profesionales.

Es verdad que si uno piensa desde el principio que no es responsable y encima te lo ratifica un juez, mejor que mejor. Lo malo es la cara que se le queda al otro que quiere distorsionar la realidad, en este caso le salió el tiro por la culata.

Calor, pan y siniestro.

Con afecto y respeto,


Pepe Bejarano
todomotorsevilla@gmail.com

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Solo comentarios relacionados con la información de la página.