DÉJATE LLEVAR
Miro por la ventanilla, e
instintivamente comienzo a contar los árboles que pasan a velocidad
vertiginosa. El sol ilumina el horizonte que se trasluce tras los limpios
cristales de un vehículo en marcha. Los colores pasteles resaltan con
brillantes la entrada de la primavera sobre los campos dorados de trigo, y los
girasoles toman el sol de la mañana que al campo sale. El azahar exhala su
aroma, e invade las calles de blanca cal. La flor del naranjo abre sus pétalos
cual alfombra sobre nuestros sentidos, y derrama sobre todos ellos algo de
esperanza.
Con toda esta visión de
colores y aromas, se me olvida que ocupo el asiento de al lado del conductor.
Él vive otra realidad más práctica, y sus sentidos pasan de la más poética
visión que la ventanilla me transporta.
El conductor pone sus sentidos
en la carretera, en las maniobras de los demás
conductores, en lo que indican las señales, y sus ojos bailan de un lado para
otro, entre el parabrisas y los espejos retrovisores. La seguridad es lo
primero. Él o ella no pueden entretenerse en los trazos de una primavera viva
que renace, y hace que renazcamos cada año, a golpe de luz y de vida.
A golpe de un frenazo, vuelvo
a convertirme en ese copiloto que deja de mirar por la ventanilla para, sin
morderme la lengua, empezar a convertirme en un atropellado elemento discordante
en todo el paisaje del interior del vehículo.
“Ten
cuidado cuando llegues al cruce”, “el semáforo se va a poner en rojo”, “quita
el pie del acelerador”, “¿pero a dónde vas?, "te
has pasado de la calle”, menos mal que el conductor solo atiende a todo lo que
tiene que ver con la conducción. No
entiendo a un conductor entreteniéndose en paisajes coloridos, árboles en flor,
o campos salidos de un lienzo de Sorolla. Lo más próximo que puede distraer a
un conductor, es una canción que esté sonando en
la radio en ese momento, y que te transporte a un momento inolvidable de tu
vida, aquel o aquella situación que te trae por la calle de la amargura
mientras te trasladas de un lugar a otro. Y para
colmo, el irresponsable de turno que pone en peligro constante a unos y a
otros, por desconocimiento, falta de educación, o por creerse el rey o reina de
la carretera. Estos últimos no saben respirar la primavera, viven en un invierno infinito.
¿Saben que conducir con un
copiloto responsable reduce en un 35% los accidentes de tráfico?
Según un estudio realizado por
la Fundación Línea Directa, “El copiloto y su influencia en la prevención de
los accidentes de tráfico. Una perspectiva de género”, la pareja más segura al
volante sería una mujer conduciendo y un hombre como copiloto, a pesar de no
ser esta la combinación más frecuente.
Para llevar a cabo este
análisis, se han tenido en cuenta los accidentes con víctimas registrados en
España entre los años 2011 y 2013, que han sido aproximadamente 255.000. Los
principales resultados son los siguientes:
– El copiloto refuerza la
seguridad del conductor a la hora de cumplir las normas
– Los mejores copilotos son
hombres de entre 60 y 69 años
– Los copilotos tienen un 17%
más de probabilidad de fallecer
– Los peores copilotos son
varones de 18 a 29 años
– 500.000 conductores permiten
al copiloto ir sin cinturón de seguridad
– 1,3 millones permiten que el
copiloto le enseñe el móvil
– Se producen más accidentes
si el conductor viaja solo (74% frente a un 26%)
Aunque la combinación más
habitual en un coche es de hombre conduciendo y mujer como copiloto, la más
segura es justamente al contrario. Tal y como ha registrado el informe
desarrollado por Línea Directa, el copiloto perfecto debería tener las
siguientes características:
– Conducta activa y
colaborativa
– No distraer al conductor
– Estar pendiente del entorno
– Cumplir las normas
– Encargarse de las
necesidades de los pasajeros de los asientos de atrás
Finalmente, ya que el papel
del copiloto es fundamental para la seguridad vial, se deben tener en cuenta
varios aspectos como desarrollar una actitud participativa ayudando al
conductor en sus necesidades, no distraerle, tratar de remediar su cansancio y
ser responsable de atender al resto de pasajeros.
Al final, los
números son solo eso… cifras. Y el conductor y el copiloto en perfecta armonía
hacen que viajar sea más seguro, cada uno cumple con su misión, el conductor
debe estar en perfectas condiciones físicas y mentales para poder desplazarse
de un lugar a otro, poniendo la máxima atención en lo que hace, y el copiloto,
facilitar la labor del conductor, y…DEJARSE LLEVAR. ¡Como el primer verdor
anunciando la primavera!
Con afecto, y respeto,
Pepe Bejarano
todomotorsevilla@gmail.com
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