LLEGÓ SEPTIEMBRE
Tras un atípico mes de julio —más de veinte días de alternativas olas de calor en el
centro y norte de España, temperaturas suaves en lugares como Córdoba o Sevilla y una despedida con el termómetro por las nubes en todo el país—, agosto se instaló entre nosotros con
un moderado rigor canicular. La operación salida de este mes estuvo marcada por
la tranquilidad, salvo el denso tráfico en los aledaños de Madrid y en las vías
de las provincias de Barcelona, Valencia, Málaga, Cádiz y Sevilla. Aumentó el
número de agentes y radares, los drones comenzaron a multar el 1 de agosto y tuvimos
una buena noticia, disminuyó la siniestralidad…
…Se produjeron cerca de 50 millones
de desplazamientos por carretera… Visitas familiares —ineludibles reencuentros, tras un año de ansiada
espera—, fiestas patronales —cohetes, fuegos artificiales, olor a
cera, sonido de marchas procesionales—, camino de ida y vuelta a la costa buscando el suave
frescor de la brisa marinera y el bullir de los chiringuitos —espetos de sardinas malagueñas,
gambas blancas de Huelva, carne a la brasa, manzanilla de Sanlúcar, gélida
cerveza, conversaciones amistosas, chapuzones en el agua salada del mar,
bronceado de la piel…—. Camiones y furgonetas
de reparto, servicios sanitarios, feriantes con sus puestos y sus norias,
músicos con sus instrumentos y sus equipos de megafonía, actores con sus variopintos
vestuarios… Un ir y venir… Como todos los años.
El octavo mes de 2019 se despidió con
temperaturas cercanas a los cuarenta grados a la sombra y con los últimos
coletazos de tráfico intenso. Las carreteras eran un hervidero de vehículos que
regresaban al hogar y, para colmo, los sindicatos de Renfe y Ryanair convocaron
huelga… Terminaron las vacaciones para la mayoría, aunque un grupo menos
numeroso se encaminaba a las playas, montañas o pueblos ancestrales, buscando el
descanso de los últimos días del verano… Menos horas de luz, pero más
tranquilidad. Fue un agitado fin de semana que despidió un mes y le dio la
bienvenida a otro… Sábado agosteño y domingo septembrino.
Y así llegó septiembre, noveno mes del año en el calendario gregoriano, tiene treinta días y debe su nombre a que en el calendario romano era el séptimo mes, pues ese calendario solamente
tenía 10 meses y el primero era marzo… Enero y febrero se incorporarían más
tarde… Es el mes de la vuelta a la normalidad, a la tediosa rutina, según dicen
algunos, a la bendita rutina, según cuentan otros… Son puntos de vista,
diferentes actitudes. Afortunadamente, no existe la uniformidad de pensamiento,
ni las experiencias son las mismas… Y cada persona mirará a este mes con el
color de su propio cristal.
Con temperaturas muy similares a las
de los últimos días de agosto, nos vemos inmersos en un trajín que ha
permanecido aletargado durante los dos meses centrales del verano. Se reabren
muchos pequeños comercios, compramos la
primera remesa del material escolar para
el próximo curso, acudimos al hipermercado para reponer las desnutridas
despensas, a la peluquería para arreglarnos el cabello. En el parque o en las
plazas, nos reencontramos con los que han vuelto de su descanso estival. El
bronceado de rostros y brazos se pasea por la solería de las amplias aceras,
contrastando con la blancura de la piel no curtida por la brisa marinera o la
solanera campestre. Unos y otros llevan una prudente capa de protección solar.
El próximo martes, 10 de septiembre,
comienza el curso escolar para los alumnos de Infantil y Primaria. Poco antes
de las 9 de la mañana, presenciaremos el habitual desfile de escolares que se
encaminan a su centro de enseñanza, asidos de la mano de sus ascendientes:
padres, madres, abuelos o abuelas. ¡Qué buena oportunidad para dar una clase de
Educación Vial! En ese trayecto, debemos aprovechar la ocasión para concienciar
a los pequeños del correcto uso de los pasos de cebra, del respeto a las luces
de los semáforos, de mirar antes de cruzar la calzada… Y los que llegamos hasta
la puerta del colegio con el coche, también podemos transmitir actitudes
responsables: evitando los estacionamientos en doble fila o en los pasos de
cebra, prestando mucha atención cuando descendemos del vehículo… No olvidemos
que los niños son más receptivos a las imágenes que a las palabras. Ellos,
siempre, imitarán las conductas de los mayores, así que se nos presenta una
situación coyuntural para dar a los pequeños un buen ejemplo… Y un buen ejemplo
es el mejor regalo que podemos hacer a las personas queridas.
Con mis mejores deseos, saludos cordiales.
Fernando Monge
fmongef@gmail.com
8/septiembre/2019
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