Unas exportaciones de automóviles crecientes, a punto de
superar los máximos que se habían alcanzado antes de la crisis, demuestran que
es posible tener un sector industrial potente. Porque al margen de que,
eventualmente, se llegan a exportar más coches que en los momentos más
calientes de la economía española, lo que está ocurriendo ahora es que el saldo
comercial es 10 veces mayor. Mientras que en 2005 fue de 1.489 millones de
euros, en 2014 alcanzará los 16.000 millones. Y esto ha convertido al sector del
automóvil en el principal contribuyente al saldo positivo de la balanza
comercial española en los primeros cinco meses del presente año, que ha sido de
7.000 millones de euros.
Todo parece indicar que en 2014 se exportarán al menos
dos millones de vehículos. Hasta el momento se han producido 1.078.873 unidades
y en el segundo semestre se espera que la cifra pueda ser superior, pese a la
deceleración en la producción del mes de agosto, debido al lanzamiento de
nuevos modelos en algunas de las fábricas españolas.
España se está viendo favorecida por un crecimiento del
6,5%, superior al previsto, en el mercado europeo. Pero es todavía mejor la
noticia de que nuestro sector del automóvil está dejando de ser totalmente
dependiente de los países de la Unión Europea (UE) y se está abriendo paso en
otras regiones del mundo. Si en 2006, el 88% de los coches se exportaban a la
UE, el año pasado, tuvieron ese destino sólo el 75%.
Entre los nuevos horizontes para los coches fabricados en
España están los países del norte de África, pero se está abriendo poco a poco
la oportunidad de acceder al mercado estadounidense, aunque la paridad
euro-dólar no sea la más favorable. Por eso, desde las asociaciones españolas
del automóvil y Anfac en particular, se trata de impulsar una rápida
negociación de un tratado de libre comercio con Estados Unidos. Un tratado que
es laborioso porque en materia de automóviles pasa por intentar unificar
reglamentaciones y porque temas políticos, como el espionaje, lo están
frenando.
A señalar también la buena rentabilidad de las
exportaciones debido a que el 68% de las mismas -según datos de Anfac- se
destina a países de alto valor adquisitivo y a que los coches que se producen
en España tienen ahora mucho más valor añadido. Esto supone que el valor de las
exportaciones está creciendo por encima del de las unidades. En lo que se
refiere al porcentaje de coches que se quedan para cubrir la demanda doméstica,
menos rentable dado que posiblemente España es el país con el mercado más
competitivo del mundo, con unos descuentos que están un 64% por encima de la
media europea, se empieza a reequilibrar. De ser poco más del 10%, ha pasado al
15%, cercano ya a ese 20% que se considera sano para el negocio.
En el otro lado de la balanza, las importaciones se están
manteniendo en unos niveles más moderados que hace una década. Las previsiones
estiman que su valor alcanzará los 14.000 millones de euros mientras que las
exportaciones llegarán a 30.000 millones.
Esta contención de las importaciones tiene mucho que ver
con el Plan Pive, cuyas condiciones de eficiencia energética e incluso precio
han hecho que la compra de coches de fabricación nacional se haya elevado del
22,5% en 2011 al 24,3% el año pasado, y que en los seis primeros meses se
mantiene en el 23,4%. Entre los que adquieren un coche nuevo a través del Plan
Pive, el 25,2% opta por un coche made in Spain.
Las exportaciones están incrementando el trabajo en las
fábricas españolas que, sólo el año pasado, aumentó un 9,3% en su actividad,
frente a un 1,3% el de las británicas, el segundo país con mayor crecimiento.
Con ellas, España camina hacia el cumplimiento del Plan 3Millones (de
producción) en 2017, tras superar los 2.400.000 vehículos en el presente año.
Todo esto tiene una lectura positiva, también en términos
laborales. En la primera mitad del año las fábricas españolas han contratado
6.500 personas. También se han puesto en marcha proyectos de formación dual y
se han abierto centros de formación en la fábricas. Además, según cálculos de
Anfac, por cada 100 euros que se invierten en producción de coches, genera
otros 100 euros en otros sectores de la economía, y por cada 100 euros de valor
en un coche vendido en España, se generan otros 24 euros en los sectores de
distribución y seguros, y otros 24 euros se recaudan fiscalmente.
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