El cannabis altera la percepción y la cocaína hace
perder el control de los impulsos
Las
drogas de abuso son sustancias que actúan sobre el sistema nervioso central de
las personas alterando sus funciones y por lo tanto su conducta. Pueden ser
sustancias legales como el alcohol, o ilegales como las anfetaminas, la cocaína
el cannabis y la heroína.
Cada
sustancia actúa de distinta manera:
El
alcohol etílico, presente en las bebidas alcohólicas, tiene un efecto
inicialmente euforizante pero, al aumentar la dosis, produce una depresión de
todas las funciones del sistema nervioso central , lo que da lugar a una
disminución de los reflejos, alteraciones visuales, enlentecimiento de la
respuesta a estímulos externos y puede acabar en un coma tóxico.
La
heroína es un depresor neurológico muy intenso y, con facilidad y rapidez,
produce un enlentecimiento psíquico progresivo, pudiendo llegar en el extremo a
provocar un coma, con depresión respiratoria y muerte.
La
cocaína y las anfetaminas son, por el contrario, estimulantes del mismo sistema
y producen una excitación, sensación de omnipotencia y pérdida de control de
impulsos.
El
cannabis tiene sobre todo un grave efecto de alteración de la percepción con
distorsión en las sensaciones de tipo espacio temporal y atenuación de la
atención y de la capacidad de autocontrol.
Estos
efectos explican el riesgo que el consumo de cualquiera de las sustancias tiene
sobre la conducción de vehículos de motor, que requiere un alto grado de
concentración y control, percepción del entorno y rapidez de reacción. Sin
duda, la que está más relacionada con accidentes de tráfico es el alcohol,
debido a que es la más consumida por la población.
Una
característica común a todas ellas es la falta de autoconciencia de encontrarse
bajo sus efectos, lo que que se traduce en la conocida frase "yo
controlo".
¿Cuánto
duran en el cuerpo? ¿Y sus efectos?
Cada
droga permanece diferente tiempo en el organismo. Su presencia se verifica
mediante el análisis toxicológico que puede realizarse en sangre, orina o
saliva mediante técnicas de química analítica muy sensibles y específicas, que
incluyen la confirmación por cromatografía que es técnicamente indiscutible.
El
tiempo de detección es menor en la sangre, en la que los niveles suelen ser
negativos a las pocas horas del consumo. La detección en la saliva puede
indicar que se ha consumido en las últimas 6 horas. Pero la desaparición
completa del organismo, que se demuestra cuando el resultado de análisis es
negativo en orina, es más prolongada. El alcohol es el que más rápidamente
desaparece, en las primeras 12 horas. Las anfetaminas y la cocaína o sus
metabolitos activos pueden encontrarse hasta 48 después del último consumo. La
heroína permanece hasta 3 días en el organismo. La que se detecta durante más
tiempo es el cannabis, que puede resultar positivo en las pruebas realizadas
hasta una semana después del consumo, o incluso más.
Por
supuesto una cosa muy distinta es el efecto que producen, cuya intensidad y
duración depende no solo del tipo de sustancia sino también de la dosis, la vía
de administración y el hábito de consumo individual de cada persona.
No
se puede establecer con la suficiente precisión el periodo de tiempo que tiene
que pasar tras un consumo para garantizar que se está totalmente libre de sus
efectos, lo que permitiría una conducción segura. La respuesta a la sustancia
es muy variable en cada persona y, además, no se correlaciona de manera precisa
con los resultados de las técnicas analíticas. En el caso del alcohol, una
persona que no lo consume habitualmente puede presentar síntomas de embriaguez
con una dosis muy inferior a la de quien está más habituada a consumirlo. Y
algo similar sucede con las distintas drogas.
La
conducta del sujeto, un aspecto clave
Debido
a la dificultad de valorar el efecto, que no deja de ser una condición
subjetiva que requeriría exploración individualizada en cada caso, el
legislador ha optado por introducir criterios objetivos.
Para
el alcohol eso es técnicamente sencillo ya que, debido a su volatilidad, la
concentración de etanol en el aire espirado, medida mediante el etilómetro, tiene
una correlación muy precisa con la concentración de alcohol en sangre, lo que
permite establecer el conocido límite de 0,25 mg/L de aire que equivale a 0,5
g/L de alcohol en sangre para la conducción de vehículos ordinarios. Además hay
un consenso científico respecto a que esa concentración de alcohol en sangre
produce ya algún grado de efecto que interfiere en la habilidad para conducir.
Sin
embargo para el resto de las drogas este asunto es mucho más complejo ya que es
posible detectarlas, tal como se ha indicado, en saliva y orina durante
periodos de tiempo muy prolongados en los que, a partir de un determinado
momento, ya no se aprecia efecto alguno. Por ello es muy relevante la
valoración de la conducta del interesado cuando se obtienen resultados
positivos, lo que se hace constar por parte de la autoridad de tráfico que
interviene.
En
cuanto a la frecuencia de consumo de drogas en conductores, un reciente estudio
promovido por la Unión Europea encontró que en un 11% de los controles
aleatorios se verificó el consumo de drogas ilegales, y el alcohol es la
sustancia más peligrosa ya que se encuentra en un 20-30% de las víctimas de
accidentes mortales.
En
cualquier caso es fundamental saber que aunque uno crea que "yo
controlo" la percepción de ese "control" cuando uno está bajo
los efectos de una droga, legal o no, siempre es errónea.
Fuente: ELMUNDO/La Dra. Ana Ferrer Dufol trabaja en la Unidad de Toxicología Clínica del Hospital Universitario de Zaragoza.
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