Las
matriculaciones de motocicletas nuevas en el mercado representaron el 27% del
total durante el pasado ejercicio, lo que supone una cifra muy inferior a la
cuota del 54% registrada en 2007, antes de la crisis económica, según datos de
la Asociación de Empresas del Sector de Dos Ruedas (Anesdor)
La
patronal señaló que el menor peso de los vehículos sobre el total de ventas de
motocicletas en España ha provocado que se esté experimentando un progresivo
envejecimiento del parque de motos en España, que en la actualidad tiene una
antigüedad media de catorce años.
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Anesdor
explicó que uno de los principales motivos de esta situación es la elevada
presión fiscal a la que se enfrentan los compradores de motos nuevas, ya que en
algunos segmentos este tipo de vehículos puede soportar una carga de impuestos
de hasta el 40%, a diferencia de lo que ocurre en otros de los principales
mercados europeos como Alemania, Italia o Reino Unido.
En
este sentido, la Asociación indicó que, además de estos desequilibrios, en
España se aplican criterios que discriminan a las dos ruedas respecto a los
coches, tanto en el impuesto de matriculación como en el impuesto de
circulación, lo que, en su opinión, supone un "desprecio" a la
contribución social de este sector en términos de movilidad sostenible.
Así,
señaló que con la modificación en 2008 del Impuesto de Matriculación se aplicó
a los vehículos de categoría L (ciclomotores, motocicletas, triciclos y
cuatriciclos) un baremo diferente al de los coches, que provoca que una moto
tenga que pagar hasta el doble de tasa que un automóvil teniendo el mismo
volumen de emisiones de dióxido de carbono.
En
esta línea, Anesdor señaló que el impuesto de circulación que recaudan los
ayuntamientos grava en los coches los caballos fiscales, mientras que en las
motocicletas se paga por la cilindrada, lo que ocasiona que los vehículos de
dos ruedas paguen más impuestos que los turismos, a pesar de tener menor
cilindrada.
Por
ello, solicita una nueva escala impositiva basada en la potencia fiscal y no en
la cilindrada para todos los vehículos de la categoría L, así como trasladar la
recaudación del impuesto de matriculación al de circulación, con lo que se
conseguiría gravar la utilización y no la adquisición de los automóviles o
motocicletas.
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