sábado, 1 de junio de 2013

MOMENTOS ESTELARES DE CHEVROLET EN LA HISTORIA DEL AUTOMOVILISMO

El legado de la competición en carreras de motor se halla profundamente arraigado en los más de cien años de historia de Chevrolet, remontándose a la pasión de su co-fundador Louis Chevrolet por los automóviles de carreras.

Marca auténticamente legendaria del automovilismo norteamericano, Chevrolet ha ganado el Campeonato de Fabricantes de la Sprint Cup Series de NASCAR en 36 ocasiones, siendo el nombre más laureado en la historia de esta competición. Chevrolet Corvette Racing ha logrado además siete triunfos absolutos en las 24 horas de Le Mans, y un motor V8 de competición con el sello Chevrolet ganó también ocho veces las 500 millas de Indianápolis entre 1988 y 2002 y la más reciente en mayo de 2013.


Para Chevrolet, que se define como líder mundial de la automoción del siglo XXI, los deportes de motor siguen siendo parte fundamental de sus planes. La versión de competición del Chevrolet Cruze, que desde su debut en 2009 ha pasado a ser el coche de la marca de la pajarita más vendido en todo el mundo con más de 2 millones de unidades, se alzó con el triunfo en el Campeonato Mundial de Turismos (WTCC) en 2010, 2011 y 2012, convirtiéndose en el primer vehículo de una marca de General Motors que logra tal honor en un campeonato organizado por la FIA.


Son innumerables los momentos estelares que han forjado la historia de Chevrolet en las carreras de motor a lo largo de los más de 100 años de historia. Las siguientes historias resaltan algunos de los grandes hitos que han marcado el trayecto de Chevrolet hasta la cima del automovilismo.

El novato Louis Chevrolet supera al gran Barney Oldfield

Hasta el 20 de mayo de 1905, el emigrante de origen suizo Louis Chevrolet, recién llegado a los Estados Unidos, no era más que uno de tantos chóferes de Nueva York. Aquél día se le presentó la oportunidad de participar al volante de un pequeño Fiat en una prueba cronometrada en el viejo hipódromo de Morris Park, donde batió el récord mundial de la milla en pista, que ostentaba el gran Barney Oldfield.

El 27 de mayo Chevrolet volvió a subirse al Fiat, esta vez en una carrera mano a mano contra Oldfield y otros intrépidos pilotos, pioneros de un deporte que comenzaba a cautivar al país. Su victoria frente a todos ellos fue portada en el New York Times. El siguiente éxito tuvo lugar en la Vanderbilt Cup, una carrera en ruta celebrada en Long Island, donde su valiente estilo de conducción hizo que su fama se acrecentara.

En 1909, el fundador de General Motors, William C. “Billy” Durant, había contratado a Chevrolet – quien, además de ser ya un renombrado piloto de carreras, se había convertido en un competente ingeniero mecánico, de formación autodidacta – para que pilotara y ayudara a desarrollar los coches de su equipo de carreras de Buick.

Cuando Durant se vio apartado de la dirección de General Motors en 1910, él y Chevrolet comenzaron a plantearse una nueva aventura como fabricantes de automóviles, una aventura que tomó forma en la creación de la Chevrolet Motor Car Company el 3 de noviembre de 1911.

Cien años más tarde, sigue sin estar claro lo que pretendía Durant; si era el coche que su nuevo socio estaba diseñando, o si era simplemente el nombre Chevrolet. En cualquier caso, y pese a que poco después Louis Chevrolet dejó la empresa, el espíritu competitivo y el lema: “No te rindas nunca” de aquel emigrante suizo siguen hoy en día impregnando la marca que lleva su nombre.

La primera gran victoria de Fangio cambia la imagen de Chevrolet en Argentina

Desde principios de la década de 1920, la política de General Motors prohibía a sus divisiones participar en carreras de motor. Nadie sabe si quizás fuera que la prohibición no había llegado a oídos de la unidad de negocio de GM en la remota Argentina, pero el caso es que el argentino Juan Manuel Fangio era miembro del equipo de carreras oficial de Chevrolet cuando en 1940 se impuso en el Gran Premio Internacional del Norte; una durísima carrera que llevaba a los participantes desde Buenos Aires hasta Lima, a través de los Andes, y de vuelta a Buenos Aires, hasta completar casi 10.000 kilómetros.

Los amigos de Fangio habían reunido el dinero necesario para que pudiera comprar el Chevrolet coupé con el que participó en la edición de 1939. Su inesperado quinto puesto final, tras haber sufrido un grave accidente, le permitió hacerse al año siguiente un hueco en el equipo Chevrolet.

Fangio ganó el campeonato argentino de automovilismo en 1940 y 1941, siempre al volante de un Chevrolet. Los duelos que mantuvo con su buen amigo Óscar Gálvez, piloto de Ford, alimentaron a principios de los años cuarenta en Argentina una rivalidad entre Chevrolet y Ford aún más enconada que la larga pugna mantenida por las dos escuderías en los campeonatos de Estados Unidos.

Chevrolet y la Indy 500: Dos instituciones ligadas para siempre

No hay empresa automovilística más ligada a las 500 millas de Indianápolis que Chevrolet. Dos instituciones del mundo del motor que comenzaron su carrera en 1911.

Los tres hermanos Chevrolet (Louis, Arthur y Gaston) participaron en las primeras ediciones de la Indy 500, logrando dos victorias consecutivas en 1920 y 1921 con máquinas que entonces eran de última generación, diseñadas y construidas por ellos mismos. Más recientemente, el motor V8 de competición fabricado por Chevrolet en colaboración con la empresa británica Ilmor Engineering ganó seis veces seguidas la carrera en la década de 1980, y para la edición de 2012 se está preparando un nuevo motor V6 biturbo de 2.2L.

Sin embargo, lo que posiblemente más identifique en la psique popular el vínculo entre Chevrolet y la Indy 500 sean los 24 coches de seguridad que han portado el símbolo de la pajarita desde que en 1948 un Fleetmaster gris fuera el primer Chevrolet en lanzar el clásico de Indiana.

A lo largo de los años, Chevrolet ha encontrado en la carrera de Indianápolis una excelente oportunidad para presentar nuevos modelos e introducir importantes mejoras en sus productos. Al igual que en 1967, cuando Chevrolet corrió con el nuevo Camaro para darlo a conocer al país, en 2009 aprovechó la carrera para mostrar el flamante Camaro 2010, haciendo que el nombre de Camaro volviera a la actualidad tras un paréntesis de siete años. En 2008 la leyenda brasileña del automovilismo, Emerson Fittipaldi, dos veces ganador en Indianápolis, usó para conducir a los participantes hasta la línea de salida un Corvette propulsado por etanol E-85, uno de los dos coches de seguridad que tomaron parte en aquella edición. En la última edición de 2013, el turno ha sido para el nuevo Corvette Stingray 2014, que suma así 12 apariciones de Corvette.

Darlington, 1955: un sorprendente Chevrolet conmociona la NASCAR

La reputación de Chevrolet como marca triunfadora era prácticamente inexistente a principios de los años 50, pero esta percepción cambió rápidamente cuando los nuevos modelos de 1955 incorporaron el primero de los legendarios motores V8 de bloque pequeño. Pronto se propagó por el mundo del motor la noticia de que el nuevo V8 desarrollado por Ed Cole y el equipo de ingenieros de Chevrolet rebosaba potencial de rendimiento.

El V8 de Chevrolet no tardó en demostrar ese potencial en carreras de coches de serie, logrando varias victorias en circuitos pequeños al comienzo de la temporada de 1955. Pero el auténtico estallido en el frente de las carreras de turismos se produjo en la famosa carrera Southern 500 de la NASCAR, disputada en el “súper circuito” de Darlington, en Carolina del Sur, el primer lunes de septiembre de 1955. Allí, el piloto Herb Thomas lideró una sorprendente y aplastante victoria de Chevrolet, que vio cómo siete de sus nuevos V8 finalizaban entre los diez primeros.

Tras la victoria de Darlington y la consolidación del V8 de Chevrolet, las carreras de la NASCAR no volverían jamás a ser lo mismo. Aquél lunes de septiembre, mientras los coches más grandes y potentes que hasta entonces dominaban el circuito hacían trizas sus llantas y rompían sus motores, los ligeros y a la vez resistentes Chevrolet seguían vuelta tras vuelta. Pese a emplear un motor más pequeño y menos caballos de potencia que sus competidores, los Chevrolet eran notablemente más ligeros, lo que les permitía apurar más el combustible y reducir el número de paradas en boxes. Y todo el mundo quedó impresionado, además, al ver cómo estos nuevos coches completaban el recorrido sin tener que cambiar neumáticos.

La primera carrera de los Corvette en Sebring impulsa a Chevrolet al liderazgo en Estados Unidos

En una apuesta que incluso Zora Arkus-Duntov consideró demasiado arriesgada, Ed Cole llevó cuatro Corvette a la edición de 1956 de las 12 horas de Sebring, una dura carrera de resistencia. Su actuación fue, en general, peor que discreta. Pero el trabajo que supuso preparar los cuatro vehículos para la carrera tuvo un efecto decisivo a la hora de convertir al Corvette en coche de carreras, y a Chevrolet en una institución del deporte del motor.

Las pruebas realizadas antes de la carrera por John Fitch, jefe del equipo, revelaron numerosos fallos en las piezas. Las soluciones que se aplicaron sobre la marcha evolucionaron rápidamente, dando lugar a un nuevo sistema de respuesta rápida del departamento de ingeniería de Chevrolet. Como las normas del circuito de Sebring prohibían usar piezas que no fueran de serie, los componentes más robustos tenían que estar disponibles al momento a través de los distribuidores de Chevrolet, y esta circunstancia llevó a instaurar un nuevo sistema de distribución desde fábrica de piezas de alta resistencia. Poco después, Chevrolet era el principal proveedor en Estados Unidos de conocimientos y componentes robustos inspirados en la competición.

En marzo de 1957, Chevrolet regresó a Sebring tras completar un exhaustivo trabajo de fábrica, del que destacaba la introducción del sistema Ramjet de inyección de combustible. Unos meses más tarde, los fabricantes de automóviles estadounidenses acordaron conjuntamente cerrar la puerta a la fabricación directa de vehículos para deportes de motor. Chevrolet, sin embargo, siguió trabajando en silencio con un selecto grupo de profesionales independientes del mundo del automovilismo. La lista incluía al legendario constructor Smokey Yunick; a Jim Hall, famoso por el Chaparral, y a un joven piloto llamado Roger Penske.

Durante el siguiente cuarto de siglo Chevrolet no participó oficialmente en carreras, salvo en contadas excepciones. Pero como sus clientes sí participaban, parecía lógico que recibieran ayuda de fábrica para poder ser competitivos.

Le Mans, 1960: El espíritu del “No te rindas nunca” genera admiración y respeto hacia el Corvette

Para Zora Arkus-Duntov, el ingeniero de carreras del Corvette emigrado de Europa, las 24 horas de Le Mans eran la cumbre del automovilismo. Él mismo había subido allí a lo más alto del podio al volante de un Porsche.

Desde el primer momento el objetivo del programa Corvette SS 1957 de Duntov era lograr la victoria en el circuito francés; pero esta ambición fue víctima de la prohibición de participar en carreras, adoptada por el sector norteamericano del automóvil en 1957. Pese a ello, Duntov y Ed Cole encontraron un aliado, el acaudalado piloto y patrón de yates Briggs Cunningham, que apoyó con entusiasmo su plan de lograr una sonada victoria con el Corvette en 1960 en Le Mans. En aquellos años, los coches de carreras americanos eran una rareza en Europa, por lo que la aparición de cuatro Corvette en la parrilla de salida despertó más curiosidad que respeto.

Mientras John Fitch iba marcando con el Corvette Nº 3, durante la noche y bajo la lluvia, vueltas más rápidas que otros coches de tan nobles escuderías como Ferrari, Porsche y Aston Martin, pocos espectadores lo tuvieron en cuenta. Pero al llegar el amanecer, muchos que al principio se mostraban sorprendidos de que aún se mantuviera algún Corvette en pista comenzaron a fijarse también en los bólidos americanos.

Hacia el final de la carrera, el Corvette Nº3 tenía asegurada la victoria; bastaba con que consiguiera llegar a meta. Pero entonces, con Bob Grossman, el otro piloto del equipo, al volante, y menos de cuatro horas para la bandera a cuadros, el motor se recalentó. Y el reglamento no permitía repostar líquidos a esas alturas de la carrera. Jaleado por el público, animado por las banderas de los Estados Unidos que ondeaban en las gradas, Grossman continuó en pista, haciendo frecuentes paradas para llenar de hielo el compartimento del motor.

Años más tarde, Grossman declararía que el recuerdo de la ovación que recibió en la última vuelta le seguía poniendo la carne de gallina. En 2010, medio siglo después de la victoria de 1960, el Corvette Nº 3 de Fitch y Grossman volvió al circuito de la Sarthe, para regocijo del público. Lo pilotaba John Fitch, a sus 93 años.

Los motores Chevrolet atraen a pilotos y constructores

Aunque a finales de la década de los 50 Chevrolet se mantenía apartada oficialmente de los deportes de motor, pilotos y constructores de todas las latitudes ansiaban utilizar la potencia de los motores Chevrolet. Además del apabullante número de Corvette que adornaban las redes de producción primarias y secundarias del SCCA (Sports Car Club of America); los coches de carreras exóticos, muchos de ellos de fabricación artesanal, se hacían cada vez más populares –y casi siempre, bajo sus capós había motores V8 de Chevrolet –.

El motor V8 de bloque pequeño de Chevrolet era un sueño para cualquier coche de carreras. De poco peso y tamaño compacto, encajaba perfectamente en los diminutos compartimentos para el motor. Era además potente, de precio asequible, duradero, fácil de mantener y aún más fácil de encontrar. Los distribuidores de Chevrolet mantenían en stock piezas de montaje (heavy duty parts) y los fabricantes de repuestos ofrecían otros accesorios de servicio.

Esta tendencia se consolidó definitivamente cuando un amante de la velocidad británico, sacado de la película The Racers (estrenada en España con el título de “Hombres temerarios”) y equipado con un motor Chevrolet de bloque pequeño adaptado para la competición se presentó en las carreras de Pebble Beach, el 22 de abril de 1956. El piloto Bill Pollack dominó la carrera estrella, aunque problemas con la carrocería impidieron que se llevara el triunfo.

El primero de los coches de carreras con este tipo de adaptaciones, tuneado a partir del motor de bloque pequeño de Chevrolet fue el Scarab, cuya fabricación financió en 1957 Lance Reventlow, un joven de 21 años hijo de la rica heredera de Woolworth Barbara Hutton. Casi 100.000 espectadores asistieron a la victoria de un Sacarab con motor de bloque pequeño en el Gran Premio de Riverside de 1958, la primera carrera auspiciada por la USAC/FIA en la costa Oeste de Estados Unidos.

Otros constructores, desde pequeños fabricantes que producían coches de carreras con nombres como Bocar, Cheetah, Lister, Devin y Echidna, hasta Jim Hall y su exótico Chaparral, elevaron con sus numerosos éxitos el estatus del motor V8 de bloque pequeño de Chevrolet.

La creciente popularidad de las carreras callejeras hace a Chevrolet atractivo entre los jóvenes

La dilatada trayectoria de Chevrolet en las carreras de coches de serie y de competición tiende a ocultar un hecho innegable: a finales de los años 50 fueron en gran parte las carreras callejeras (drag racing) el factor que estrechó el vínculo entre la fábrica de Detroit y sus cada vez más jóvenes y entusiastas clientes.

A diferencia de otras modalidades del automovilismo, las carreras callejeras, muy arraigadas en Estados Unidos tras la Segunda Guerra Mundial, eran un deporte participativo. Todo lo que se necesitaba para practicarlo era un coche, una pequeña extensión de asfalto y una oportunidad.

Con su nuevo motor V8 potenciado con piezas estéticas y mecánicas que se podían adquirir fácilmente en el distribuidor local, Chevrolet se convirtió en el coche a batir a partir de 1955. Y esto se hizo aún más evidente a medida que las carreras de esta clase subían rápidamente de nivel, pasando de las calles a las pistas. En 1961, los motores Chevrolet propulsaban los coches de 27 campeones de las 53 modalidades de competición reconocidas por la National Hot Rod Association (NHRA). Ford, solo tenía cuatro motores ganadores.

Pilotos Chevrolet de esta especialidad, como Dick Harrell, Bill “Grumpy” (“el Gruñon”) Jenkins y Hayden Proffitt son considerados hoy en día figuras legendarias del deporte de las cuatro ruedas. Jenkins fue clave a la hora de crear la categoría NHRA para coches de serie preparados para carreras callejeras, que acabaría por convertirse en la categoría Pro Stock y serviría a Chevrolet para exhibir durante muchos años sus productos más potentes en esta especialidad.

En años más recientes, campeones de la NHRA como Don Prudhomme y Warren Johnson han portado también la insignia de Chevrolet.

Bob Stempel lleva a Chevrolet a la era moderna de la NASCAR

Dos importantes hechos se produjeron a raíz de la visita que a finales de 1982 realizó Bob Stempel, entonces Director General de Chevrolet, al establecimiento especializado en coches de carreras de serie que la leyenda de la NASCAR Junior Johnson regentaba en Ingle Hollow, Carolina del Norte.

El primero de estos hechos fue que, a petición de Stemple, Johnson se comprometió a remodelar el coche de carreras de serie con motor GM que había preparado para Darrell Waltrip en la Winston Cup series de la NASCAR, hasta convertirlo en un Chevrolet Monte Carlo SS de carreras. Y el segundo, que GM suavizó la norma, vigente desde hacía 25 años, que prohibía hacer publicidad de los atributos competitivos de los llamados coches familiares, uno de los cuales era precisamente el Monte Carlo.

Con Johnson y su compañero Richard Childress abriendo el camino, y con Chevrolet libre de impedimentos para dar publicidad a sus logros, el Monte Carlo estuvo pronto listo para convertirse en el coche más laureado de la NASCAR. Mientras que en la edición de 1982 de Daytona 500 no había ningún Monte Carlo en la parrilla de salida, había 14 en la de 1983.

Equipos y pilotos de primera clase; la clave del dominio de Chevrolet en la NASCAR

Los esfuerzos de miles de personas han contribuido a hacer de Chevrolet la marca con más triunfos en la historia de la NASCAR. Entre los equipos y pilotos que han llevado a Chevrolet a su imbatible registro de 34 Campeonatos de Fabricantes de la Sprint Cup Series de NASCAR se encuentran varios de los personajes más reconocidos del deporte del motor.

Junior Johnson preparó y pilotó Chevrolet en los primeros años de la NASCAR, convirtiéndose en una leyenda entre los amantes del automovilismo, mucho antes de pasar a ser una figura clave como constructor y propietario de equipos tras el regreso de Chevrolet a los circuitos en los años 80. Richard Childress y Rick Hendrick se encuentran hoy en día entre la élite de los propietarios de equipos de la NASCAR.

El siete veces campeón Dale Earnhardt, “Mr. Chevrolet” para los amigos de la NASCAR, enlazó en 1986 y 1987 dos coronas consecutivas que cimentaron la tradición ganadora de Chevrolet y atrajeron un número creciente de adeptos a su causa tanto dentro como fuera de los circuitos.

En los últimos años, otros pilotos como Tony Stewart, Dale Earnhardt Jr. y los compañeros en el equipo de Hendrick Jeff Gordon y Jimmie Johnson – quienes suman nueve campeonatos de la NASCAR – han mantenido bien alto el pabellón de Chevrolet.

Sombras de los 50: Los Corvette dominan los circuitos de Estados Unidos en los 80

En 1984, mientras los constructores privados competían en la pista con el nuevo diseño C4, los ingenieros del Corvette decidieron no quedarse parados. Tomaron ejemplo del libreto puesto en escena por Ed Cole 30 años antes y se unieron a los independientes más ambiciosos, en un esfuerzo competitivo casi a nivel de fábrica, que redundó en un éxito sin apenas contestación.

Equipos comandados por Tommy Morrison, Kim Baker, Doug Rippie y John Powell participaron en las pruebas de los coches que pasarían a formar el equipo de carreras de Corvette.

Resultado de ello fue un récord de 19 victorias en 19 carreras en el Escort Endurance Championship de la SCCA, una aplastante demostración que hizo que tras la temporada de1987 los Corvettes fueran invitados a participar en carreras de todo el mundo. Este dominio provocó la creación de un campeonato especial para los Corvette, la Corvette Challenge de 1988 y 1989, que dio lugar a un fenómeno nunca antes visto en Chevrolet: la salida al mercado de un lote de vehículos de serie de colección, de diseño C4 y matrículas personalizadas.

Seis victorias consecutivas de los motores Chevrolet en Indianápolis

Los motores “stock-block” de Chevrolet llevaban años propulsando a monoplazas que participaban en carreras de fórmula Indy. Pero cuando en 1894 Roger Penske aunó las fuerzas de Chevrolet con las del fabricante británico Ilmor Engineering se abrió un nuevo capítulo en la dilatada historia de la marca en Indianápolis.

Con el apoyo técnico de GM, los dueños de Ilmor, Paul Morgan y Mario Illien, diseñaron un motor V-8 turbo que pronto sería la fuente de alimentación preferida en el campeonato CART. Desde su debut en 1986 hasta 1992 ganó 64 de las 78 carreras celebradas en la categoría de Champ Car, incluyendo seis victorias consecutivas en las 500 millas de Indianápolis. El listado de pilotos que competían con motores Chevrolet comprendía estrellas consagradas de la fórmula Indy, como Rick Mears, la familia Unser, Danny Sullivan, Emerson Fittipaldi, Mario Andretti y Arie Luyendyk.

El equipo oficial Corvette abre un nuevo capítulo en la historia de Chevrolet

Un punto de inflexión en la relación de Chevrolet con los deportes de motor tuvo lugar a finales de la década de 1990 con la formación de un equipo oficial Corvette, lo que suponía la participación directa en competición. En compañía de sus socios de Pratt & Miller Engineering, Chevrolet  salió de detrás de la cortina que le mantenía alejado de la vista del mundo de las carreras desde 1957.

Desde 1999, el equipo Corvette Racing ha acumulado siete victorias en las 24 Horas de Le Mans y ocho triunfos por equipos en la American Le Mans Series. El equipo también firmó una victoria total en la Rolex 24 de Daytona en 2001, año en que el dúo Earnhardt, Dale padre y Dale hijo, compartieron el volante de uno de los Corvettes.

El motor de carreras V8 de Chevrolet recibe reconocimiento mundial

En un poco frecuente guiño a la elegancia del diseño de motor de válvula con varilla de empuje superior, el motor Corvette LS7.R, que había impulsado con una fiabilidad total al equipo Compuware C6.R al campeonato de fabricantes, pilotos y equipos de la American Le Mans Series en 2006 fue nombrado Motor Mundial de Automovilismo del Año.

La decisión de otorgar el premio fue tomada por cincuenta de los principales ingenieros de motores de carreras, reunidos por la revista England’s Race Car Engineering. El jurado alabó la solidez, simplicidad, fiabilidad y altas prestaciones del motor LS7.R. No es casualidad que estos atributos hayan sido virtudes inherentes al V8 de bloque pequeño de Chevrolet desde 1955.

Del Opala al Montana: Chevrolet va a toda máquina en Brasil

En Brasil, la participación activa de Chevrolet en la historia de las carreras de coches de serie se remonta a 1979, cuando el venerable Chevrolet Opala fue elegido coche oficial del campeonato de stock cars. El motor Chevrolet de seis clindros del Opala fue un pilar de este deporte hasta 2003, cuando fue sustituido por un motor Chevrolet V8 de 5.7L y 450 cv, proveniente del campeonato nacional de la NASCAR en Estados Unidos.

La fusión en 2009 del campeonato brasileño de coches de serie ligeros con el de carreras de pickups dio origen a la Copa Chevrolet Montana, en cuya parrilla toman parte distintas versiones de altas prestaciones del pickup Montana, que Chevrolet distribuye en ese país.

A finales de 2010, y para regocijo de la afición brasileña, Chevrolet introdujo la edición limitada “Omega Fittipaldi,” un sedán nombrado así en honor a un ilustre brasileño; Emerson Fittipaldi, el gran piloto de fórmula 1 y dos veces ganador de las 500 millas de Indianápolis. El coche es una variante del modelo Commodore, fabricado por el grupo australiano Holden, que forma parte de General Motors.

El nuevo Chevrolet Cruze logra los títulos del WTCC en 2010, 2011 y 2012           

Extremadamente popular entre un creciente número de aficionados de todo el mundo, el Campeonato Mundial de Turismos (WTCC), conocido por su lema “Real Cars, Real Racing” (“Coches de verdad, carreras de verdad”) es uno de los tres únicos campeonatos auspiciados por la Federación Internacional de Automovilismo (FIA).

El WTCC ha demostrado ser un acontecimiento ideal para exhibir la versión deportiva del Chevrolet Cruze, que debutó en el campeonato en 2009. El Cruze 1.6L turboalimentado ha logrado para Chevrolet los títulos de fabricantes y pilotos de las temporadas 2011 y 2012, repitiendo el éxito del año anterior.

Yvan Muller, piloto con mayor número de triunfos en la historia del WTCC ganó los títulos de 2010 y 2011 y el piloto inglés Rob Huff ganó en 2012.

El magnífico trabajo del Corvette da el triunfo en Le Mans 2011

De todas las grandes actuaciones del Corvette en Le Mans desde 1960, ninguna ha sido más significativa que la victoria en la categoría GTE Pro en 2011, lograda el año del centenario de Chevrolet.

El coche C6.R número 74 del equipo Corvette, pilotado por Jan Magnussen, Oliver Gavin y Richard Westbrook iba en cabeza de su categoría al amanecer, cuando una colisión le obligó a abandonar. A siete horas para el final de la carrera, el Corvette número 73, pilotado por Olivier Beretta, Tommy Milner y Antonio Garcia, pasó de pronto a ser la principal baza para la victoria del equipo Corvette Racing.

El C6.R número 73 llevaba una vuelta de desventaja sobre el AF Corse Ferrari que había pasado a ocupar la primera plaza tras el abandono del otro Corvette. Pero, a medida que la pista se iba encharcando, el coche americano comenzó a ganar terreno. El excelente trabajo en las paradas en boxes ayudó al Corvette a ponerse a tiro del Ferrari, y cuando apenas faltaban dos horas y 10 minutos para la bandera a cuadros, Milner le adelantó, situando al Corvette en cabeza hasta el final de la prueba.

Contando la victoria de 2011 del equipo Corvette Racing en la categoría GTE Pro, el Corvette ha levantado el codiciado trofeo de las 24 Horas de Le Mans siete veces desde 2001.

Antes de fundar junto con Louis Chevrolet la Chevrolet Motor Co. hace 100 años, Billy Durant fue presidente y propietario de Buick. En 1906, Durant creó para su incipiente marca un equipo de carreras que, gracias a sus victorias en pruebas en carretera y en montaña, contribuyó a hacer de Buick uno de los automóviles pioneros con más éxito y más ampliamente reconocido.

Tanto en los tiempos de Durant como en los actuales, una cosa es cierta: para quienes están en el negocio del automóvil, los deportes de motor son el escaparate definitivo. Se trata de enfrentar a tu marca y a tus productos con los de tus competidores a los ojos de tus clientes, que serán quienes finalmente juzguen el valor de tu trabajo. Y tú sacas rendimiento de lo aprendido en la batalla de la competición para seguir mejorando la producción de vehículos.

Desde las primeras apariciones de Chevrolet en la Indy 500 hasta las victorias de los Cruze en el WTCC, y Corvette en Le Mans, Chevrolet ha forjado una historia incomparable, tachonada de leyenda y mito popular, en el gran escaparate que son los deportes de motor.


Fundada en 1911 en Detroit, Chevrolet es la cuarta marca de coches más grande del mundo, con ventas anuales de casi 5 millones de vehículos en más de 140 países.  Chevrolet ofrece a los consumidores vehículos eficientes con excelentes niveles de calidad, un diseño expresivo, buenas prestaciones y la conectividad inteligente Chevrlolet MyLink. Su gama europea incluye los urbanos Spark y Aveo, el SUV compacto Trax, el compacto Cruze, el familiar Orlando, el SUV Captiva, el sedán mediano Malibu, los míticos deportivos Camaro y Corvette y el eléctrico de autonomía extendida Volt. Para más información visita www.chevrolet.com o www.chevrolet.es/media

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