El legado de la competición
en carreras de motor se halla profundamente arraigado en los más de cien años
de historia de Chevrolet, remontándose a la pasión de su co-fundador Louis
Chevrolet por los automóviles de carreras.
Marca auténticamente
legendaria del automovilismo norteamericano, Chevrolet ha ganado el Campeonato
de Fabricantes de la Sprint Cup Series de NASCAR en 36 ocasiones, siendo el
nombre más laureado en la historia de esta competición. Chevrolet Corvette
Racing ha logrado además siete triunfos absolutos en las 24 horas de Le Mans, y
un motor V8 de competición con el sello Chevrolet ganó también ocho veces las
500 millas de Indianápolis entre 1988 y 2002 y la más reciente en mayo de 2013.
Para Chevrolet, que se
define como líder mundial de la automoción del siglo XXI, los deportes de motor
siguen siendo parte fundamental de sus planes. La versión de competición del
Chevrolet Cruze, que desde su debut en 2009 ha pasado a ser el coche de la
marca de la pajarita más vendido en todo el mundo con más de 2 millones de
unidades, se alzó con el triunfo en el Campeonato Mundial de Turismos (WTCC) en
2010, 2011 y 2012, convirtiéndose en el primer vehículo de una marca de General
Motors que logra tal honor en un campeonato organizado por la FIA.
Son innumerables los
momentos estelares que han forjado la historia de Chevrolet en las carreras de
motor a lo largo de los más de 100 años de historia. Las siguientes historias
resaltan algunos de los grandes hitos que han marcado el trayecto de Chevrolet
hasta la cima del automovilismo.
El novato Louis Chevrolet
supera al gran Barney Oldfield
Hasta el 20 de mayo de 1905,
el emigrante de origen suizo Louis Chevrolet, recién llegado a los Estados
Unidos, no era más que uno de tantos chóferes de Nueva York. Aquél día se le
presentó la oportunidad de participar al volante de un pequeño Fiat en una prueba
cronometrada en el viejo hipódromo de Morris Park, donde batió el récord
mundial de la milla en pista, que ostentaba el gran Barney Oldfield.
El 27 de mayo Chevrolet
volvió a subirse al Fiat, esta vez en una carrera mano a mano contra Oldfield y
otros intrépidos pilotos, pioneros de un deporte que comenzaba a cautivar al
país. Su victoria frente a todos ellos fue portada en el New York Times. El
siguiente éxito tuvo lugar en la Vanderbilt Cup, una carrera en ruta celebrada
en Long Island, donde su valiente estilo de conducción hizo que su fama se
acrecentara.
En 1909, el fundador de
General Motors, William C. “Billy” Durant, había contratado a Chevrolet –
quien, además de ser ya un renombrado piloto de carreras, se había convertido
en un competente ingeniero mecánico, de formación autodidacta – para que
pilotara y ayudara a desarrollar los coches de su equipo de carreras de Buick.
Cuando Durant se vio
apartado de la dirección de General Motors en 1910, él y Chevrolet comenzaron a
plantearse una nueva aventura como fabricantes de automóviles, una aventura que
tomó forma en la creación de la Chevrolet Motor Car Company el 3 de noviembre
de 1911.
Cien años más tarde, sigue
sin estar claro lo que pretendía Durant; si era el coche que su nuevo socio
estaba diseñando, o si era simplemente el nombre Chevrolet. En cualquier caso,
y pese a que poco después Louis Chevrolet dejó la empresa, el espíritu
competitivo y el lema: “No te rindas nunca” de aquel emigrante suizo siguen hoy
en día impregnando la marca que lleva su nombre.
La primera gran victoria de
Fangio cambia la imagen de Chevrolet en Argentina
Desde principios de la
década de 1920, la política de General Motors prohibía a sus divisiones
participar en carreras de motor. Nadie sabe si quizás fuera que la prohibición
no había llegado a oídos de la unidad de negocio de GM en la remota Argentina,
pero el caso es que el argentino Juan Manuel Fangio era miembro del equipo de
carreras oficial de Chevrolet cuando en 1940 se impuso en el Gran Premio
Internacional del Norte; una durísima carrera que llevaba a los participantes
desde Buenos Aires hasta Lima, a través de los Andes, y de vuelta a Buenos
Aires, hasta completar casi 10.000 kilómetros.
Los amigos de Fangio habían
reunido el dinero necesario para que pudiera comprar el Chevrolet coupé con el
que participó en la edición de 1939. Su inesperado quinto puesto final, tras
haber sufrido un grave accidente, le permitió hacerse al año siguiente un hueco
en el equipo Chevrolet.
Fangio ganó el campeonato
argentino de automovilismo en 1940 y 1941, siempre al volante de un Chevrolet.
Los duelos que mantuvo con su buen amigo Óscar Gálvez, piloto de Ford,
alimentaron a principios de los años cuarenta en Argentina una rivalidad entre
Chevrolet y Ford aún más enconada que la larga pugna mantenida por las dos
escuderías en los campeonatos de Estados Unidos.
Chevrolet y la Indy 500: Dos
instituciones ligadas para siempre
No hay empresa
automovilística más ligada a las 500 millas de Indianápolis que Chevrolet. Dos
instituciones del mundo del motor que comenzaron su carrera en 1911.
Los tres hermanos Chevrolet
(Louis, Arthur y Gaston) participaron en las primeras ediciones de la Indy 500,
logrando dos victorias consecutivas en 1920 y 1921 con máquinas que entonces
eran de última generación, diseñadas y construidas por ellos mismos. Más
recientemente, el motor V8 de competición fabricado por Chevrolet en
colaboración con la empresa británica Ilmor Engineering ganó seis veces
seguidas la carrera en la década de 1980, y para la edición de 2012 se está
preparando un nuevo motor V6 biturbo de 2.2L.
Sin embargo, lo que
posiblemente más identifique en la psique popular el vínculo entre Chevrolet y
la Indy 500 sean los 24 coches de seguridad que han portado el símbolo de la
pajarita desde que en 1948 un Fleetmaster gris fuera el primer Chevrolet en
lanzar el clásico de Indiana.
A lo largo de los años,
Chevrolet ha encontrado en la carrera de Indianápolis una excelente oportunidad
para presentar nuevos modelos e introducir importantes mejoras en sus
productos. Al igual que en 1967, cuando Chevrolet corrió con el nuevo Camaro
para darlo a conocer al país, en 2009 aprovechó la carrera para mostrar el
flamante Camaro 2010, haciendo que el nombre de Camaro volviera a la actualidad
tras un paréntesis de siete años. En 2008 la leyenda brasileña del
automovilismo, Emerson Fittipaldi, dos veces ganador en Indianápolis, usó para
conducir a los participantes hasta la línea de salida un Corvette propulsado
por etanol E-85, uno de los dos coches de seguridad que tomaron parte en
aquella edición. En la última edición de 2013, el turno ha sido para el nuevo
Corvette Stingray 2014, que suma así 12 apariciones de Corvette.
Darlington, 1955: un
sorprendente Chevrolet conmociona la NASCAR
La reputación de Chevrolet
como marca triunfadora era prácticamente inexistente a principios de los años
50, pero esta percepción cambió rápidamente cuando los nuevos modelos de 1955
incorporaron el primero de los legendarios motores V8 de bloque pequeño. Pronto
se propagó por el mundo del motor la noticia de que el nuevo V8 desarrollado
por Ed Cole y el equipo de ingenieros de Chevrolet rebosaba potencial de
rendimiento.
El V8 de Chevrolet no tardó
en demostrar ese potencial en carreras de coches de serie, logrando varias
victorias en circuitos pequeños al comienzo de la temporada de 1955. Pero el
auténtico estallido en el frente de las carreras de turismos se produjo en la
famosa carrera Southern 500 de la NASCAR, disputada en el “súper circuito” de
Darlington, en Carolina del Sur, el primer lunes de septiembre de 1955. Allí,
el piloto Herb Thomas lideró una sorprendente y aplastante victoria de
Chevrolet, que vio cómo siete de sus nuevos V8 finalizaban entre los diez
primeros.
Tras la victoria de Darlington
y la consolidación del V8 de Chevrolet, las carreras de la NASCAR no volverían
jamás a ser lo mismo. Aquél lunes de septiembre, mientras los coches más
grandes y potentes que hasta entonces dominaban el circuito hacían trizas sus
llantas y rompían sus motores, los ligeros y a la vez resistentes Chevrolet
seguían vuelta tras vuelta. Pese a emplear un motor más pequeño y menos
caballos de potencia que sus competidores, los Chevrolet eran notablemente más
ligeros, lo que les permitía apurar más el combustible y reducir el número de
paradas en boxes. Y todo el mundo quedó impresionado, además, al ver cómo estos
nuevos coches completaban el recorrido sin tener que cambiar neumáticos.
La primera carrera de los
Corvette en Sebring impulsa a Chevrolet al liderazgo en Estados Unidos
En una apuesta que incluso
Zora Arkus-Duntov consideró demasiado arriesgada, Ed Cole llevó cuatro Corvette
a la edición de 1956 de las 12 horas de Sebring, una dura carrera de
resistencia. Su actuación fue, en general, peor que discreta. Pero el trabajo
que supuso preparar los cuatro vehículos para la carrera tuvo un efecto
decisivo a la hora de convertir al Corvette en coche de carreras, y a Chevrolet
en una institución del deporte del motor.
Las pruebas realizadas antes
de la carrera por John Fitch, jefe del equipo, revelaron numerosos fallos en
las piezas. Las soluciones que se aplicaron sobre la marcha evolucionaron
rápidamente, dando lugar a un nuevo sistema de respuesta rápida del
departamento de ingeniería de Chevrolet. Como las normas del circuito de
Sebring prohibían usar piezas que no fueran de serie, los componentes más
robustos tenían que estar disponibles al momento a través de los distribuidores
de Chevrolet, y esta circunstancia llevó a instaurar un nuevo sistema de distribución
desde fábrica de piezas de alta resistencia. Poco después, Chevrolet era el
principal proveedor en Estados Unidos de conocimientos y componentes robustos
inspirados en la competición.
En marzo de 1957, Chevrolet
regresó a Sebring tras completar un exhaustivo trabajo de fábrica, del que
destacaba la introducción del sistema Ramjet de inyección de combustible. Unos
meses más tarde, los fabricantes de automóviles estadounidenses acordaron
conjuntamente cerrar la puerta a la fabricación directa de vehículos para
deportes de motor. Chevrolet, sin embargo, siguió trabajando en silencio con un
selecto grupo de profesionales independientes del mundo del automovilismo. La
lista incluía al legendario constructor Smokey Yunick; a Jim Hall, famoso por
el Chaparral, y a un joven piloto llamado Roger Penske.
Durante el siguiente cuarto
de siglo Chevrolet no participó oficialmente en carreras, salvo en contadas
excepciones. Pero como sus clientes sí participaban, parecía lógico que
recibieran ayuda de fábrica para poder ser competitivos.
Le Mans, 1960: El espíritu
del “No te rindas nunca” genera admiración y respeto hacia el Corvette
Para Zora Arkus-Duntov, el
ingeniero de carreras del Corvette emigrado de Europa, las 24 horas de Le Mans
eran la cumbre del automovilismo. Él mismo había subido allí a lo más alto del
podio al volante de un Porsche.
Desde el primer momento el
objetivo del programa Corvette SS 1957 de Duntov era lograr la victoria en el
circuito francés; pero esta ambición fue víctima de la prohibición de
participar en carreras, adoptada por el sector norteamericano del automóvil en
1957. Pese a ello, Duntov y Ed Cole encontraron un aliado, el acaudalado piloto
y patrón de yates Briggs Cunningham, que apoyó con entusiasmo su plan de lograr
una sonada victoria con el Corvette en 1960 en Le Mans. En aquellos años, los
coches de carreras americanos eran una rareza en Europa, por lo que la
aparición de cuatro Corvette en la parrilla de salida despertó más curiosidad
que respeto.
Mientras John Fitch iba marcando
con el Corvette Nº 3, durante la noche y bajo la lluvia, vueltas más rápidas
que otros coches de tan nobles escuderías como Ferrari, Porsche y Aston Martin,
pocos espectadores lo tuvieron en cuenta. Pero al llegar el amanecer, muchos
que al principio se mostraban sorprendidos de que aún se mantuviera algún
Corvette en pista comenzaron a fijarse también en los bólidos americanos.
Hacia el final de la
carrera, el Corvette Nº3 tenía asegurada la victoria; bastaba con que
consiguiera llegar a meta. Pero entonces, con Bob Grossman, el otro piloto del
equipo, al volante, y menos de cuatro horas para la bandera a cuadros, el motor
se recalentó. Y el reglamento no permitía repostar líquidos a esas alturas de
la carrera. Jaleado por el público, animado por las banderas de los Estados
Unidos que ondeaban en las gradas, Grossman continuó en pista, haciendo
frecuentes paradas para llenar de hielo el compartimento del motor.
Años más tarde, Grossman
declararía que el recuerdo de la ovación que recibió en la última vuelta le
seguía poniendo la carne de gallina. En 2010, medio siglo después de la
victoria de 1960, el Corvette Nº 3 de Fitch y Grossman volvió al circuito de la
Sarthe, para regocijo del público. Lo pilotaba John Fitch, a sus 93 años.
Los motores Chevrolet atraen
a pilotos y constructores
Aunque a finales de la
década de los 50 Chevrolet se mantenía apartada oficialmente de los deportes de
motor, pilotos y constructores de todas las latitudes ansiaban utilizar la
potencia de los motores Chevrolet. Además del apabullante número de Corvette
que adornaban las redes de producción primarias y secundarias del SCCA (Sports
Car Club of America); los coches de carreras exóticos, muchos de ellos de
fabricación artesanal, se hacían cada vez más populares –y casi siempre, bajo
sus capós había motores V8 de Chevrolet –.
El motor V8 de bloque
pequeño de Chevrolet era un sueño para cualquier coche de carreras. De poco
peso y tamaño compacto, encajaba perfectamente en los diminutos compartimentos
para el motor. Era además potente, de precio asequible, duradero, fácil de
mantener y aún más fácil de encontrar. Los distribuidores de Chevrolet
mantenían en stock piezas de montaje (heavy duty parts) y los fabricantes de
repuestos ofrecían otros accesorios de servicio.
Esta tendencia se consolidó
definitivamente cuando un amante de la velocidad británico, sacado de la
película The Racers (estrenada en España con el título de “Hombres temerarios”)
y equipado con un motor Chevrolet de bloque pequeño adaptado para la
competición se presentó en las carreras de Pebble Beach, el 22 de abril de
1956. El piloto Bill Pollack dominó la carrera estrella, aunque problemas con
la carrocería impidieron que se llevara el triunfo.
El primero de los coches de
carreras con este tipo de adaptaciones, tuneado a partir del motor de bloque
pequeño de Chevrolet fue el Scarab, cuya fabricación financió en 1957 Lance
Reventlow, un joven de 21 años hijo de la rica heredera de Woolworth Barbara
Hutton. Casi 100.000 espectadores asistieron a la victoria de un Sacarab con
motor de bloque pequeño en el Gran Premio de Riverside de 1958, la primera
carrera auspiciada por la USAC/FIA en la costa Oeste de Estados Unidos.
Otros constructores, desde
pequeños fabricantes que producían coches de carreras con nombres como Bocar,
Cheetah, Lister, Devin y Echidna, hasta Jim Hall y su exótico Chaparral,
elevaron con sus numerosos éxitos el estatus del motor V8 de bloque pequeño de
Chevrolet.
La creciente popularidad de
las carreras callejeras hace a Chevrolet atractivo entre los jóvenes
La dilatada trayectoria de
Chevrolet en las carreras de coches de serie y de competición tiende a ocultar
un hecho innegable: a finales de los años 50 fueron en gran parte las carreras
callejeras (drag racing) el factor que estrechó el vínculo entre la fábrica de
Detroit y sus cada vez más jóvenes y entusiastas clientes.
A diferencia de otras
modalidades del automovilismo, las carreras callejeras, muy arraigadas en
Estados Unidos tras la Segunda Guerra Mundial, eran un deporte participativo.
Todo lo que se necesitaba para practicarlo era un coche, una pequeña extensión
de asfalto y una oportunidad.
Con su nuevo motor V8
potenciado con piezas estéticas y mecánicas que se podían adquirir fácilmente
en el distribuidor local, Chevrolet se convirtió en el coche a batir a partir
de 1955. Y esto se hizo aún más evidente a medida que las carreras de esta
clase subían rápidamente de nivel, pasando de las calles a las pistas. En 1961,
los motores Chevrolet propulsaban los coches de 27 campeones de las 53
modalidades de competición reconocidas por la National Hot Rod Association
(NHRA). Ford, solo tenía cuatro motores ganadores.
Pilotos Chevrolet de esta
especialidad, como Dick Harrell, Bill “Grumpy” (“el Gruñon”) Jenkins y Hayden
Proffitt son considerados hoy en día figuras legendarias del deporte de las
cuatro ruedas. Jenkins fue clave a la hora de crear la categoría NHRA para
coches de serie preparados para carreras callejeras, que acabaría por
convertirse en la categoría Pro Stock y serviría a Chevrolet para exhibir
durante muchos años sus productos más potentes en esta especialidad.
En años más recientes,
campeones de la NHRA como Don Prudhomme y Warren Johnson han portado también la
insignia de Chevrolet.
Bob Stempel lleva a
Chevrolet a la era moderna de la NASCAR
Dos importantes hechos se
produjeron a raíz de la visita que a finales de 1982 realizó Bob Stempel,
entonces Director General de Chevrolet, al establecimiento especializado en
coches de carreras de serie que la leyenda de la NASCAR Junior Johnson
regentaba en Ingle Hollow, Carolina del Norte.
El primero de estos hechos
fue que, a petición de Stemple, Johnson se comprometió a remodelar el coche de
carreras de serie con motor GM que había preparado para Darrell Waltrip en la
Winston Cup series de la NASCAR, hasta convertirlo en un Chevrolet Monte Carlo
SS de carreras. Y el segundo, que GM suavizó la norma, vigente desde hacía 25
años, que prohibía hacer publicidad de los atributos competitivos de los
llamados coches familiares, uno de los cuales era precisamente el Monte Carlo.
Con Johnson y su compañero
Richard Childress abriendo el camino, y con Chevrolet libre de impedimentos
para dar publicidad a sus logros, el Monte Carlo estuvo pronto listo para
convertirse en el coche más laureado de la NASCAR. Mientras que en la edición
de 1982 de Daytona 500 no había ningún Monte Carlo en la parrilla de salida,
había 14 en la de 1983.
Equipos y pilotos de primera
clase; la clave del dominio de Chevrolet en la NASCAR
Los esfuerzos de miles de
personas han contribuido a hacer de Chevrolet la marca con más triunfos en la
historia de la NASCAR. Entre los equipos y pilotos que han llevado a Chevrolet
a su imbatible registro de 34 Campeonatos de Fabricantes de la Sprint Cup
Series de NASCAR se encuentran varios de los personajes más reconocidos del
deporte del motor.
Junior Johnson preparó y
pilotó Chevrolet en los primeros años de la NASCAR, convirtiéndose en una
leyenda entre los amantes del automovilismo, mucho antes de pasar a ser una
figura clave como constructor y propietario de equipos tras el regreso de
Chevrolet a los circuitos en los años 80. Richard Childress y Rick Hendrick se
encuentran hoy en día entre la élite de los propietarios de equipos de la
NASCAR.
El siete veces campeón Dale
Earnhardt, “Mr. Chevrolet” para los amigos de la NASCAR, enlazó en 1986 y 1987
dos coronas consecutivas que cimentaron la tradición ganadora de Chevrolet y
atrajeron un número creciente de adeptos a su causa tanto dentro como fuera de
los circuitos.
En los últimos años, otros
pilotos como Tony Stewart, Dale Earnhardt Jr. y los compañeros en el equipo de
Hendrick Jeff Gordon y Jimmie Johnson – quienes suman nueve campeonatos de la
NASCAR – han mantenido bien alto el pabellón de Chevrolet.
Sombras de los 50: Los
Corvette dominan los circuitos de Estados Unidos en los 80
En 1984, mientras los
constructores privados competían en la pista con el nuevo diseño C4, los
ingenieros del Corvette decidieron no quedarse parados. Tomaron ejemplo del
libreto puesto en escena por Ed Cole 30 años antes y se unieron a los
independientes más ambiciosos, en un esfuerzo competitivo casi a nivel de
fábrica, que redundó en un éxito sin apenas contestación.
Equipos comandados por Tommy
Morrison, Kim Baker, Doug Rippie y John Powell participaron en las pruebas de
los coches que pasarían a formar el equipo de carreras de Corvette.
Resultado de ello fue un
récord de 19 victorias en 19 carreras en el Escort Endurance Championship de la
SCCA, una aplastante demostración que hizo que tras la temporada de1987 los
Corvettes fueran invitados a participar en carreras de todo el mundo. Este
dominio provocó la creación de un campeonato especial para los Corvette, la
Corvette Challenge de 1988 y 1989, que dio lugar a un fenómeno nunca antes
visto en Chevrolet: la salida al mercado de un lote de vehículos de serie de
colección, de diseño C4 y matrículas personalizadas.
Seis victorias consecutivas
de los motores Chevrolet en Indianápolis
Los motores “stock-block” de
Chevrolet llevaban años propulsando a monoplazas que participaban en carreras
de fórmula Indy. Pero cuando en 1894 Roger Penske aunó las fuerzas de Chevrolet
con las del fabricante británico Ilmor Engineering se abrió un nuevo capítulo
en la dilatada historia de la marca en Indianápolis.
Con el apoyo técnico de GM,
los dueños de Ilmor, Paul Morgan y Mario Illien, diseñaron un motor V-8 turbo
que pronto sería la fuente de alimentación preferida en el campeonato CART.
Desde su debut en 1986 hasta 1992 ganó 64 de las 78 carreras celebradas en la
categoría de Champ Car, incluyendo seis victorias consecutivas en las 500
millas de Indianápolis. El listado de pilotos que competían con motores
Chevrolet comprendía estrellas consagradas de la fórmula Indy, como Rick Mears,
la familia Unser, Danny Sullivan, Emerson Fittipaldi, Mario Andretti y Arie
Luyendyk.
El equipo oficial Corvette
abre un nuevo capítulo en la historia de Chevrolet
Un punto de inflexión en la
relación de Chevrolet con los deportes de motor tuvo lugar a finales de la
década de 1990 con la formación de un equipo oficial Corvette, lo que suponía
la participación directa en competición. En compañía de sus socios de Pratt
& Miller Engineering, Chevrolet
salió de detrás de la cortina que le mantenía alejado de la vista del
mundo de las carreras desde 1957.
Desde 1999, el equipo
Corvette Racing ha acumulado siete victorias en las 24 Horas de Le Mans y ocho
triunfos por equipos en la American Le Mans Series. El equipo también firmó una
victoria total en la Rolex 24 de Daytona en 2001, año en que el dúo Earnhardt,
Dale padre y Dale hijo, compartieron el volante de uno de los Corvettes.
El motor de carreras V8 de
Chevrolet recibe reconocimiento mundial
En un poco frecuente guiño a
la elegancia del diseño de motor de válvula con varilla de empuje superior, el
motor Corvette LS7.R, que había impulsado con una fiabilidad total al equipo
Compuware C6.R al campeonato de fabricantes, pilotos y equipos de la American
Le Mans Series en 2006 fue nombrado Motor Mundial de Automovilismo del Año.
La decisión de otorgar el
premio fue tomada por cincuenta de los principales ingenieros de motores de
carreras, reunidos por la revista England’s Race Car Engineering. El jurado
alabó la solidez, simplicidad, fiabilidad y altas prestaciones del motor LS7.R.
No es casualidad que estos atributos hayan sido virtudes inherentes al V8 de
bloque pequeño de Chevrolet desde 1955.
Del Opala al Montana: Chevrolet
va a toda máquina en Brasil
En Brasil, la participación
activa de Chevrolet en la historia de las carreras de coches de serie se
remonta a 1979, cuando el venerable Chevrolet Opala fue elegido coche oficial
del campeonato de stock cars. El motor Chevrolet de seis clindros del Opala fue
un pilar de este deporte hasta 2003, cuando fue sustituido por un motor
Chevrolet V8 de 5.7L y 450 cv, proveniente del campeonato nacional de la NASCAR
en Estados Unidos.
La fusión en 2009 del
campeonato brasileño de coches de serie ligeros con el de carreras de pickups
dio origen a la Copa Chevrolet Montana, en cuya parrilla toman parte distintas
versiones de altas prestaciones del pickup Montana, que Chevrolet distribuye en
ese país.
A finales de 2010, y para
regocijo de la afición brasileña, Chevrolet introdujo la edición limitada
“Omega Fittipaldi,” un sedán nombrado así en honor a un ilustre brasileño;
Emerson Fittipaldi, el gran piloto de fórmula 1 y dos veces ganador de las 500
millas de Indianápolis. El coche es una variante del modelo Commodore,
fabricado por el grupo australiano Holden, que forma parte de General Motors.
El nuevo Chevrolet Cruze
logra los títulos del WTCC en 2010, 2011 y 2012
Extremadamente popular entre
un creciente número de aficionados de todo el mundo, el Campeonato Mundial de
Turismos (WTCC), conocido por su lema “Real Cars, Real Racing” (“Coches de
verdad, carreras de verdad”) es uno de los tres únicos campeonatos auspiciados
por la Federación Internacional de Automovilismo (FIA).
El WTCC ha demostrado ser un
acontecimiento ideal para exhibir la versión deportiva del Chevrolet Cruze, que
debutó en el campeonato en 2009. El Cruze 1.6L turboalimentado ha logrado para
Chevrolet los títulos de fabricantes y pilotos de las temporadas 2011 y 2012,
repitiendo el éxito del año anterior.
Yvan Muller, piloto con
mayor número de triunfos en la historia del WTCC ganó los títulos de 2010 y
2011 y el piloto inglés Rob Huff ganó en 2012.
El magnífico trabajo del
Corvette da el triunfo en Le Mans 2011
De todas las grandes
actuaciones del Corvette en Le Mans desde 1960, ninguna ha sido más
significativa que la victoria en la categoría GTE Pro en 2011, lograda el año
del centenario de Chevrolet.
El coche C6.R número 74 del
equipo Corvette, pilotado por Jan Magnussen, Oliver Gavin y Richard Westbrook
iba en cabeza de su categoría al amanecer, cuando una colisión le obligó a
abandonar. A siete horas para el final de la carrera, el Corvette número 73,
pilotado por Olivier Beretta, Tommy Milner y Antonio Garcia, pasó de pronto a
ser la principal baza para la victoria del equipo Corvette Racing.
El C6.R número 73 llevaba
una vuelta de desventaja sobre el AF Corse Ferrari que había pasado a ocupar la
primera plaza tras el abandono del otro Corvette. Pero, a medida que la pista
se iba encharcando, el coche americano comenzó a ganar terreno. El excelente
trabajo en las paradas en boxes ayudó al Corvette a ponerse a tiro del Ferrari,
y cuando apenas faltaban dos horas y 10 minutos para la bandera a cuadros,
Milner le adelantó, situando al Corvette en cabeza hasta el final de la prueba.
Contando la victoria de 2011
del equipo Corvette Racing en la categoría GTE Pro, el Corvette ha levantado el
codiciado trofeo de las 24 Horas de Le Mans siete veces desde 2001.
Antes de fundar junto con
Louis Chevrolet la Chevrolet Motor Co. hace 100 años, Billy Durant fue
presidente y propietario de Buick. En 1906, Durant creó para su incipiente
marca un equipo de carreras que, gracias a sus victorias en pruebas en
carretera y en montaña, contribuyó a hacer de Buick uno de los automóviles
pioneros con más éxito y más ampliamente reconocido.
Tanto en los tiempos de
Durant como en los actuales, una cosa es cierta: para quienes están en el
negocio del automóvil, los deportes de motor son el escaparate definitivo. Se
trata de enfrentar a tu marca y a tus productos con los de tus competidores a
los ojos de tus clientes, que serán quienes finalmente juzguen el valor de tu
trabajo. Y tú sacas rendimiento de lo aprendido en la batalla de la competición
para seguir mejorando la producción de vehículos.
Desde las primeras
apariciones de Chevrolet en la Indy 500 hasta las victorias de los Cruze en el
WTCC, y Corvette en Le Mans, Chevrolet ha forjado una historia incomparable,
tachonada de leyenda y mito popular, en el gran escaparate que son los deportes
de motor.
Fundada en 1911 en Detroit,
Chevrolet es la cuarta marca de coches más grande del mundo, con ventas anuales
de casi 5 millones de vehículos en más de 140 países. Chevrolet ofrece a los consumidores vehículos
eficientes con excelentes niveles de calidad, un diseño expresivo, buenas
prestaciones y la conectividad inteligente Chevrlolet MyLink. Su gama europea
incluye los urbanos Spark y Aveo, el SUV compacto Trax, el compacto Cruze, el
familiar Orlando, el SUV Captiva, el sedán mediano Malibu, los míticos
deportivos Camaro y Corvette y el eléctrico de autonomía extendida Volt. Para
más información visita www.chevrolet.com o www.chevrolet.es/media
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