La apuesta de Silicon Valley
por el sector del automóvil es cada vez más fuerte: el desarrollo de gadgets y
tecnología de conducción autónoma persigue la irrupción definitiva en el
mercado de los vehículos capaces de circular sin conductor, con empresas como
Google o Tesla a la cabeza. Pero el coche inteligente va a encontrarse con
algunas piedras en el camino.
Sin ir más lejos, Google ya
ha comenzado a recibir presiones por parte de los fabricantes de automóviles
convencionales y de la Administración estadounidense al respecto de su coche
autónomo, según han reconocido desde la compañía a The Wall Street Journal.
Ambos frentes desconfían de que la empresa de Mountain View ofrezca totales
garantías de seguridad y abogan por una introducción gradual de su tecnología
en el mercado, y no como un producto final, como se espera para 2017.