En el evento Ice Race Aspen se han podido ver multitud de coches clásicos y modernos participando en carreras y vueltas de demostración sobre el hielo. Durante tres días, el Porsche 911 GT1 ha sido, sin duda, el modelo más deseado.
El veterano piloto de Porsche Stéphane Ortelli dirige su mirada hacia el 911 GT1 ganador de Le Mans, que permanece aparcado frente a una ladera de una montaña de Colorado, EE.UU. UU. Lejos queda ya aquella sofocante tarde de junio de 1998, cuando Ortelli y sus compañeros de equipo, Laurent Aïello y Allan McNish, se hicieron con el triunfo en el circuito de La Sarthe con ese mismo coche. Pero, ¿cómo ha llegado uno de los vehículos oficiales de resistencia más famosos desde el Museo Porsche de Zuffenhausen hasta la nieve de Aspen?
La respuesta es que debía participar en uno de los eventos invernales más importantes del momento. El anterior GP Ice Race, ahora rebautizado como FAT International Ice Race, es una creación de Ferdinand Porsche, nieto de Ferry Porsche, quien hace cinco años revivió el evento histórico que se estuvo celebrando en el lago helado Zell en Austria hasta 1974. En la pequeña ciudad de Zell Am See, hogar de la familia Porsche durante generaciones, la renacida Ice Race se ha convertido rápidamente en uno de los espectáculos más esperados del calendario automovilístico internacional. Tanto es así que se tomó la decisión de ir más allá en 2024, con una segunda edición al otro lado del Atlántico, en Aspen.
Primer Ice Race en Aspen
¿Por qué Aspen? Aparte de un clima comparable al de los Alpes austriacos en invierno, esta pequeña ciudad situada en lo alto de las Montañas Rocosas tiene una historia sorprendente ligada al motor. En 1951 se disputó por primera vez aquí una carrera urbana, frente al conocido Hotel Jerome, donde los coches corrían por un trazado sin pavimentar. Aquella competencia tuvo lugar durante cinco ediciones consecutivas hasta que, a finales de 1955, las carreras en las vías públicas de Colorado se prohibieron. No obstante, el espíritu competitivo perduraría durante las siguientes generaciones.
Casi 70 años después, el evento FAT Ice Race Aspen ha conseguido reunir una colección heterogénea de vehículos de carreras históricos y modernos, que han rodado en Tree Farm, Carbondale, a pocos kilómetros al norte de Aspen. Y, sin duda, el más notable que pisó el hielo fue el Porsche 911 GT1.
Para que un coche de poco más de 1.000 kg de peso y con 550 CV de potencia a las ruedas traseras pudiera circular en condiciones de tan baja adherencia, los ingenieros del Museo Porsche montaron neumáticos especiales de invierno y, al mismo tiempo, elevaron la suspensión para dar cabida a las nuevas gomas dentro de los pasos de rueda. También se instaló un sistema adicional de precalentamiento, procedente del 919 Hybrid, con un software modificado para simplificar el complejo procedimiento operativo del vehículo.
Cuando el coche se puso sobre el hielo, Ortelli apenas podía creer lo que veía. “La primera vez que vi el coche sobre la nieve, rodeado de árboles, fue como estar frente a un hermoso cuadro”, dice el francés de 53 años. “Era increíble, no podía creer que fuera a conducirlo en ese entorno”.
“Es como bailar ballet”
Ortelli señala que a pesar de la insólita imagen del 911 GT1 sobre la nieve, los primeros vehículos deportivos de Porsche fueron diseñados para correr en entornos así, con una tracción incomparable, frenos potentes y una dirección de sensibilidad sublime, todo lo cual está también presente en este coche. Pero, sin duda, la identidad del GT1 se define por niveles muy altos de agarre y carga aerodinámica, así como por una elevada velocidad máxima en la recta Mulsanne de seis kilómetros de Le Mans.
“¡Hay que olvidarse de todo eso!”, se ríe Ortelli. “Aquí se trata más bien de bailar ballet con el Porsche. Los neumáticos se agarran bien a la nieve compacta y puedes sentir inmediatamente el potencial del coche, pero tienes que aprovechar la transferencia de pesos para girar. En parte porque el vehículo es muy rígido, pero también porque la dirección es muy rápida. Todos sabemos que cuando vas de lado necesitas girar el volante para compensar el ángulo del coche, pero en el GT1 tienes muy poco recorrido entre topes. Para mí eso ha sido lo más difícil a lo que adaptarme. El trabajo que hay que hacer entre volante y pedales es enorme. Se trata de bailar sobre el hielo. ¡Este coche realmente puede bailar!La imagen de un coche de carreras como este deslizándose sobre el elemento blanco tuvo una sensacional acogida en las redes sociales e incluso llamó la atención de los compañeros del equipo de Ortelli. “Allan y Laurent estaban muy contentos de que yo condujera el coche aquí”, dice. “Ambos se pusieron en contacto conmigo durante el fin de semana para decirme lo genial que era verlo en la nieve. Lo bueno del Museo Porsche es que no solo preparan sus vehículos para las exposiciones, sino que se aseguran de que podamos conducirlos, aun tratándose de ganadores de Le Mans sobre la nieve. ¡Recordaré esta experiencia el resto de mi vida!".
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