DONDE LAS DAN, LAS TOMAN
—¿Trae el certificado de última voluntad?
Pero miren por donde, no muy lejos de su mesa, se encontraba la horma de su zapato —el adversario ideal—. Quiero, también, clarificar que su condición laboral es una mera coincidencia. No se trata de arremeter, por tanto, contra el digno ejercicio de la función pública, sino contra cierto tipo de individuo que podemos encontrar en cualquier parte.
Como este personaje cultivaba la enemistad, no tenía reparo en humillar a todo el que pudiera, utilizando su manido vocabulario que, en lugar de provocar admiración, resultaba pedante y más repetido que las enes. Volviendo a la carga, dijo:
—¿Sabéis que una devanadera es el armazón que hace girar el decorado de doble cara en los teatros?
El mequetrefe, que tenía una dentadura prominente y portaba unas enormes gafas negras, fijó su perversa vista en un fornido joven que se dedicaba a realizar sus tareas con entusiasmo, haciendo oídos sordos al impertinente. El cargante, molesto por la indiferencia del muchacho, le espetó:
—Tú, jovenzuelo, no me seas elato, que a presuntuoso y altivo no me gana nadie.
El joven se levantó, se acercó a él y, poniéndole la mano en el hombro, le dijo con descaro:
Esta vez, las carcajadas fueron múltiples y hasta lograron enchicar al pedante que se alejó tapándose la cara con las manos, avergonzado de su fracaso.
Con mis mejores deseos, saludos cordiales.
Fernando Monge
4/diciembre/2022
fmongef@gmail.com
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