CEDA EL PASO

 

GALICIA

Eran las siete y media de la tarde del día 25 de junio. Con 42 grados de temperatura y las calles desiertas, nos dirigimos con nuestra maleta al lugar acordado para subir en el autobús que nos llevaría al aeropuerto de San Pablo. Otro matrimonio esperaba, también, la llegada. Antes de las ocho, el dueño de la agencia de viajes que lleva su nombre, Pablo Romero ―modelo de profesionalidad, capacidad de organización y calidad humana― y el conductor recogieron nuestros equipajes y los colocaron en el maletero. Cuando entramos en el autocar, el número de viajeros se completó con nuestra presencia… Enfilamos la carretera del aeropuerto para trasladarnos a Santiago de Compostela.

Al día siguiente, desayuno en el hotel y, caprichos del azar, el matrimonio que esperaba la llegada del autobús ―Concha y Manuel― y nosotros fuimos ubicados en una mesa de cuatro personas que sería la colocación definitiva para todas las comidas. Afloró una natural empatía y nos convertimos en compañeros inseparables durante todo el viaje. Compartimos fotografías, cervezas, tapas, cafés y gratas conversaciones. Cuando llegó el autobús conducido por el joven Bryan, tuvimos el placer de conocer a la guía, Carolina, una joven guapa y simpática que atesoraba cultura, amenidad y ocurrencias para llevarnos por infinitos lugares de Galicia con el cariño que sentía por su tierra.

Comenzamos las incursiones por la Isla de La Toja que se encuentra en la desembocadura de la Ría de Arosa en pleno corazón de las Rías Bajas, al lado de la península de O Grove. Tras contemplar la Capilla de las Conchas, nos fuimos al catamarán para el paseo por la ría con degustación de mejillones, regados con vino de la tierra y animación musical que invitaba al baile de merengues, pasodobles, sevillanas… Por la tarde, visitamos Pontevedra que se ha convertido en una bella y remozada ciudad… Al día siguiente, las Islas Cíes. Archipiélago formado por tres islas: la del Norte o Monteagudo, la del Medio o del Faro y la del Sur o San Martín. Su encanto se queda pequeño al lado de la belleza natural a la que nos iríamos aproximando conforme el catamarán llegaba a su destino, en el embarcadero situado junto a la playa de Rodas de la Ría de Vigo. Este puede considerarse el centro neurálgico desde el que comenzar a explorar este paraíso, que ya Ptolomeo ―polímata egipcio, siglos I y II― apodó como las “Islas de los Dioses”.

El miércoles nos plantamos en Cabo Fisterra (Finisterre). Los romanos pensaban que este era el punto más occidental de la tierra y, por tanto, que el mundo se acababa ahí. Era el "finis terrae" ¿Por qué alguien querría ir al fin del mundo? Tal vez porque este cabo esconde el verdadero secreto de la Costa de la Muerte: paisajes agrestes y playas impresionantes. Y la gran atracción de todos los tiempos, la puesta de sol sobre la inmensidad del océano, el mar del fin del mundo.

El jueves, nos visitó una ligera llovizna, pero no fue obstáculo para visitar Santiago de Compostela, pasear por la Plaza de Obradoiro y otros lugares, entrar en la Catedral para dar el saludo al apóstol, admirar su impresionante entrada barroca y contemplar el ir y venir de los peregrinos que hacían El Camino de Santiago… El viernes estuvimos en La Guardia recreándonos con las postales que nos proporcionaba la desembocadura del río Miño…

Estuvimos en Poio, Combarro, Sanxenxo ―donde se encontraba nuestro hotel―, Bayona… Como sería contar y no acabar, vamos a detenernos en la gastronomía… El miércoles, comida marinera en el restaurante “Villa de Oro” (estrella Michelín”2023); el jueves, mariscada en el “Pazo do Faramello”; y el viernes, pulpo a la gallega y otros manjares en La Guardia. Con vino albariño, cerveza, refrescos o agua… A gusto del consumidor… En mesas de ocho personas, nos acompañaron dos matrimonios de Morón de la Frontera… Más de treinta alumnos del Aula de la Experiencia de esta ciudad sevillana formaban parte del grupo.

Con mis mejores deseos, saludos cordiales.

Fernando Monge

fmonfef@gmail.com

16/julio/2023