La UE podría verse obligada a retrasar su prohibición de vehículos con motor de combustión más allá de 2035, incumpliendo así sus objetivos de neutralidad de carbono”. Son palabras textuales del Tribunal de Cuentas Europeo, que en un duro informe avisa a la Unión Europea de que podría “verse obligada a depender en gran medida de baterías y vehículos eléctricos de fuera de la UE, en detrimento de la industria automovilística y la mano de obra europeas” si sostiene su objetivo de lograr una flota 100% cero emisiones para 2035. Para esa fecha todos los coches nuevos vendidos en la UE deberían ser cero emisiones debido a la prohibición de ventas en tecnologías de gasolina y diésel. El Tribunal de Cuentas Europeo es una institución de la propia Unión Europea que se encarga de la fiscalización y el control de sus cuentas.
Especialmente incisiva ha sido Annemie Turtelboom, la miembro del TCE que dirigió la auditoría y exministra belga. Turtelboom señaló en redes sociales y ruedas de prensa posterior a la publicación del informe que “la UE debe estar más atenta a las duras realidades geopolíticas y económicas -en particular el acceso a las materias primas- si quiere tener alguna posibilidad de ganar su apuesta”. Porque recordaba que para propulsar esos coches hacen falta baterías y al preguntarse si la apuesta le resultará “rentable” a la Unión Europea, se respondía “según nuestro nuevo informe, las probabilidades no son buenas y la UE podría tener las de perder”.
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