Alemania y España tienen siglos de relaciones y amistad a sus espaldas. El éxito del Opel Corsa y el Opel Crossland, pensados y soñados en Rüsselsheim pero hechos realidad en Zaragoza, y el del Opel Combo, fabricado en Vigo es sólo una muestra de una relación fructífera, que tiene su reflejo en una gran multitud de lugares y experiencias.
Desde iglesias barrocas a lugares de verano o restaurantes y tiendas con denominación de origen, España está llena de pequeños rincones con auténtico sabor germánico.
El país centroeuropeo también está presente en los 110.000 ciudadanos alemanes que residen en España y los muchos millones que eligen nuestras ciudades, playas y pueblos para disfrutar de sus vacaciones.
Madrid. A simple vista, España y Alemania tienen poco que ver. ¿Qué tienen en común el chucrut y la tortilla de patatas? ¿Hay alguna similitud entre la suma interminable de sílabas y voces del alemán con la claridad latina del español? ¿Pueden ser los climas de Mallorca y Berlín más diferentes? Sin embargo, porque los extremos a veces se atraen, estos dos países han sabido sellar, a través de los siglos, una relación estrecha y especial.
En las últimas cuatro décadas, la “relación especial” entre ambos países tiene un nombre propio: el Opel Corsa, con seis generaciones fabricadas, en la Planta de Zaragoza. Una simbiosis hispano-alemana en el mundo del automóvil a la que se suma un SUV, el Opel Crossland y un vehículo polivalente, el Opel Combo. Corsa y Crossland, diseñados en tierras germanas y ensamblados en Aragón, han sido los automóviles más vendidos por la marca del rayo en España. Juntos, representan dos de cada tres matriculaciones Opel en nuestro país.
La Iglesia de San Antonio de los Alemanes, situada en pleno barrio de Malasaña en Madrid, es un fiel reflejo del arraigo y la importancia de la relación entre España y Alemania. Esta auténtica joya oculta del barroco madrileño se construyó entre 1624 y 1633 como parroquia y hospital para portugueses. Pero, por caprichos de la geopolítica, la reina Mariana de Austria lo pasó a la colonia germana en la Villa y Corte en 1668. Consagrada a San Antonio de Padua, un santo portugués, impresiona por su inusual planta elíptica y sus frescos, obra de Juan Carreño y Luca Giordano, que cubren casi todo el interior de la iglesia.
El Colegio Alemán es otro de los grandes epicentros de la colonia germana en Madrid. Tiene sus orígenes en 1896 y ha dejado importantes huellas en la capital. La primera de ellas es la actual sede del Goethe Institut en Zurbarán, 21. Un impotente edificio inaugurado en 1910 con todos los adelantos pedagógicos y arquitectónicos que serviría de modelo para muchos colegios en la Villa y Corte. Actualmente, aquí se organizan cursos, eventos culturales, conciertos de artistas alemanes. Además, cuenta con una biblioteca nutrida.
Un impacto que se repetiría con el Deutsche Schule, situado en la confluencia de Concha Espina y Serrano. Un auténtico ovni que recoge lo mejor de la arquitectura racionalista alemana de mediados del siglo XX. Como la escuela crea lazos sociales y necesidades en el entorno, a su alrededor se ha creado una pequeña red de comercios alemanes en la zona de El Viso. A pocos metros está la Librería Auryn, con material escolar y libros en alemán pensados para niños, jóvenes y adultos o el restaurante Fass que, desde 1975, ha sabido crear un lugar agradable para sentirse como en Alemania. Muy cerca está el Parque de Berlín, abierto en 1967, en el que se pueden contemplar tres fragmentos del Muro que se separó a la capital alemana en dos mitades durante la Guerra Fría.
Está por ver que la nueva sede del Colegio Alemán de Madrid, abierta en Montecarmelo en 2015, logre concentrarse a su alrededor puntos de encuentro de la colonia alemana. Lo que sí es cierto es que ha vuelto a impresionar por lo avanzado de sus propuestas arquitectónicas, que le han valido ser reconocido como “Mejor Colegio del Mundo” en el World Architecture Festival de 2016.
Los restaurantes alemanes son otra de las grandes embajadas germánicas en nuestro país. Dos de ellos tienen una larga historia entre los gourmets madrileños, como Horcher (Alfonso XI, 6) reconocido por sus exquisiteces desde hace 70 años, o Edelweiss, lugar de encuentro de la clase política por su situación justo detrás del Congreso de los Diputados.
Mención aparte merece la Cervecería Alemana, abierta en 1904 en plena Plaza de Santa Ana. Con una clientela distinguida entre la que destacan grandes nombres de la literatura, como Ramón María del Valle-Inclán o Ernest Hemingway o actrices míticas como María Guerrero o Ava Gardner.
Para aquellos que quieren disfrutar de lo mejor de la gastronomía alemana en su propia casa, comercios como la Mantequería Alemana (Padilla, 88 Madrid) o Tante Emma (Puigmartí, 29, Barcelona) tienen un amplio surtido de productos selectos, además de elaborados dulces como los apfelstrudel o los bretzel.
La “relación especial” entre España y Alemania su parte más humana en los millones de turistas de este país que visitan ciudades como Palma de Mallorca, Barcelona, Madrid o Valencia por su patrimonio artístico, su ambiente y su gastronomía o que eligen descansar en playas de Ibiza, la Costa del Sol, la Costa Blanca, Canarias o la Costa Brava.
Su impacto ha sido enorme en localidades como Torrox, una Alemania con sol palmeras situadas en la Axarquía malagueña. Carteles, rótulos de comercios, menús de restaurantes están en alemán, especialmente en Torrox Costa, un núcleo de población a 4 Km del pueblo. El origen de este “Dorf” meridional está en 1967, cuando Lufthansa abrió la ruta aérea entre Fráncfort y Málaga y se reforzó con la construcción de una promoción inmobiliaria por una constructora alemana. Uno de cada tres habitantes censados del municipio es de origen germánico.
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