sábado, 4 de abril de 2015

EL COCHE ELÉCTRICO, UN CAPRICHO POR 25.000 EUROS PARA EL USUARIO EUROPEO


Los fabricantes tienen mucho por hacer para rebajar los precios porque los vehículos eléctricos son más caros que los normales y tienen un punto de inflexión de cuatro o cinco años, algo que es demasiado para los consumidores normales", señaló la comisaria europea de Transporte, Violeta Bulc, en un acto promocional del coche eléctrico organizado en el Atomium de Bruselas.


La titular europea reconoce, no obstante, que también queda trabajo por delante en relación a la extensión de puntos de recarga. Bulc confía en que medidas impulsadas por la Unión Europea (UE), como la estandarización de los enchufes entre Estados miembros, ayuden a que el coche eléctrico pueda ser una realidad más tangible en el plazo de cinco años.

"El principal problema que aún existe es la batería, que cuesta unos 5.000 euros y tiene una vida de solo varios años", explica a Efe un experto europeo, que destaca que ya existen compañías que ofrecen arreglos como garantías por un periodo de ocho años, que aseguran que el usuario estará cubierto cuando necesite reemplazarla, o alquileres por unos 70 euros al mes.

"Con un coche eléctrico hay que planear un poco más para ver dónde puedes recargar", reconoce, y detalla que un modelo medio como el Nissan Leaf puede recorrer hasta 350 kilómetros sin necesidad de conectar la batería.

Existen puntos de recarga ultrarápida que permiten tener el coche a punto en una hora, pero si la recarga se realiza en una toma normal de pared de una casa puede tardar unas 10 horas y entre tres y cuatro si se conecta a un cargador exterior habilitado para esta función fuera de la vivienda, explica esta misa fuente.

La autonomía de un Nissan Leaf es de 180 kilómetros y recargarlo cuesta como mucho tres euros por cada 100 km, con lo que sale mucho más barato que llenar un depósito de gasolina o diesel, indica el experto a modo de ejemplo.

El fabricante de automóviles eléctricos de lujo Tesla, por ejemplo, ofrece unas prestaciones muy buenas y además provee su propia red de puntos de recarga gratuita, añade.

La organización ecologista Transport & Environment, por su parte, cree que la Comisión Europea (CE) y los 28 gobiernos de la UE deberían contribuir a dar un mayor impulso al coche eléctrico mediante medidas como el establecimiento de zonas de aparcamiento preferencial en los centros de las ciudades, el acceso a los carriles exclusivos para autobuses o la prohibición de coche "normales" en los centros urbanos.

Según su portavoz, Nico Muzi, otro de los escollos que dificulta la extensión de los coches eléctricos es la falta de modelos en el mercado, ya que frente a unos 500 tipos distintos de coches a combustión interna solo existen alrededor de 20 eléctricos e híbridos recargables.

"Para que haya mas variedad, los fabricantes de coches necesitan limites de carbono por coche más estrictos para 2025", considera.

Los incentivos fiscales son otro elemento que contribuye a la extensión de estos modelos limpios.

Países como Noruega y Holanda están a la cabeza en el tratamiento fiscal ventajoso para el vehículo eléctrico, lo que ha permitido que las ventas de estos modelos se hagan con una cuota de un 5% del mercado, mientras que otros como Bélgica ya se permite una deducción fiscal del 120% sobre el precio del coche eléctrico, aunque de momento solo para empresas y no para particulares.

Más allá de las dificultades prácticas, lo que nadie discute son las ventajas que presentan los modelos eléctricos en cuanto a contaminación atmosférica y acústica.

"Los beneficios ambientales y de salud de los coches eléctricos son muy importantes. En términos de polución del aire, los coches eléctricos emiten cero gases en nuestras ciudades y carreteras", sostiene Muzi.

La comisaria Bulc admite que "el transporte es uno de los máximos contribuyentes a las emisiones de dióxido de carbono en Europa", al tiempo que asegura que el objetivo de Bruselas es "impulsar el uso de recursos alternativos, y la electrificación es uno de ellos".


La UE se fijó para 2020 el objetivo de que el 20% de la energía que consume y el 10% del combustible usado para el transporte procedan de fuentes renovables. 

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