“Muchos años después, frente al pelotón de fusilamiento, el
Coronel Aureliano Buendía había de recordar aquella tarde remota en que su
padre le llevo a conocer el hielo”
Así comienza la obra antológica Gabriel García Márquez, CIEN AÑOS DE SOLEDAD
AQUÍ MISMO
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No, no es
ciencia ficción, fue realidad ahora evidentemente no lo es. Podrías salir con
el tiempo justo y siempre llegabas a tiempo, a una cita, reunión de trabajo o
sencillamente al último estreno. Allí, justo al lado de donde fueses, había un espacio que llevaba tu
nombre y te estaba esperando.
Y si
hablamos de seguridad, más de lo mismo, era raro (no digo que no ocurriera) que
alguien te rayara el coche, pinchara un neumático o desapareciera como por arte
de magia. A no ser, que el conductor de turno, dejase el coche tirado en medio
de la calle, y quien lo hacía desaparecer era la grúa municipal.
Y también he
hablado de gratuidad, eran otros tiempos, aquel era tu sitio, y la única
condición para que fuese tuyo, era que llegaras antes que nadie y lo poseyeras.
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Eso no
ocurría antes, es cierto, pero antes tampoco
existía un parque móvil tan
concurrido como el de ahora. Antes había muchas familias que no tenían
automóvil, o a lo sumo había uno por familia, hoy pasa como los móviles, hasta
la abuela tiene uno. Y así es imposible.
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Gorrillas, inseguridad, precios desorbitados
de parking privados, locura de zona azul; a veces mientras busco un
aparcamiento, me pasa como al Coronel Aureliano Buendía, recuerdo la primera
vez que mi padre me llevo en sus Seat 600 a ver el mar.-
PBejarano
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