sábado, 7 de marzo de 2015

LA ROTONDA

 “Muchos años después, frente al pelotón de fusilamiento, el Coronel Aureliano Buendía había de recordar aquella tarde remota en que su padre le llevo a conocer el hielo”

Así comienza  la obra antológica Gabriel García Márquez, CIEN AÑOS DE SOLEDAD


AQUÍ MISMO

Cuanto ha llovido desde que pronunciábamos con alegría estás dos palabras, AQUÍ MISMO, eran sin duda, sinónimos de tranquilidad, seguridad y gratuidad.

No, no es ciencia ficción, fue realidad ahora evidentemente no lo es. Podrías salir con el tiempo justo y siempre llegabas a tiempo, a una cita, reunión de trabajo o sencillamente al último estreno. Allí, justo al lado de  donde fueses, había un espacio que llevaba tu nombre y te estaba esperando.
Y si hablamos de seguridad, más de lo mismo, era raro (no digo que no ocurriera) que alguien te rayara el coche, pinchara un neumático o desapareciera como por arte de magia. A no ser, que el conductor de turno, dejase el coche tirado en medio de la calle, y quien lo hacía desaparecer era la grúa municipal.

Y también he hablado de gratuidad, eran otros tiempos, aquel era tu sitio, y la única condición para que fuese tuyo, era que llegaras antes que nadie y lo poseyeras.

El AQUÍ MISMO, y el resoplido siguiente, eran el punto final, al acto de estacionar el vehículo, sin la intranquilidad, preocupación y hasta turbación por encontrar un sitio en la calle para estacionar el coche. Sin llevar horas y horas buscando un lugar que no existe, despistando al gorrilla de turno en busca de una propina, por no sé qué gestión, si vigilarte el coche o alquilarte el sitio. O lo que es peor, no tener más remedio que estacionar en un parking privado, que te sale por un ojo de la cara, o naufragar por una zona azul, que también te cuesta el dinero que cada dos horas tienes que alimentar al robot que te pide más y más.

Eso no ocurría antes, es cierto, pero antes tampoco  existía un  parque móvil tan concurrido como el de ahora. Antes había muchas familias que no tenían automóvil, o a lo sumo había uno por familia, hoy pasa como los móviles, hasta la abuela tiene uno. Y así es imposible.

Lo que no llego a entender, es si esto que está ocurriendo hoy día de la masificación de vehículos, era lógico de prever, ¿cómo no se pusieron en marcha por quien nos gobernaban, gobernaron y nos gobiernan, medidas para paliar este sin sentido que nos consume hoy día? Edificios con aparcamientos, aparcamientos públicos y no privados, servicios públicos de transportes, que te acerquen más a los centros de negocios de la ciudad. ¡Ah! que hoy existen, entonces ¿dónde está el problema?


 Gorrillas, inseguridad, precios desorbitados de parking privados, locura de zona azul; a veces mientras busco un aparcamiento, me pasa como al Coronel Aureliano Buendía, recuerdo la primera vez que mi padre me llevo en sus Seat 600 a ver el mar.- 

                                                                                                 PBejarano

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