Los sistemas que se están diseñando para estos vehículos
prometen coches más seguros, pero existen algunas dudas en torno a esa búsqueda
de la seguridad.
Empresas como Google o Renault ya han mostrado prototipos
de coches autónomos, en lo que parece que es una de las vías de desarrollo del
mercado de la automoción. Los coches autónomos integrarían sistemas avanzados
que buscarían garantizar la seguridad de los conductores y conseguir una
circulación con menos accidentes.
La tecnología de los coches autónomos se basa en sensores
y cámaras que permitirían al vehículo mantener y respetar las normas de
circulación, al tiempo que analizarían el entorno para evitar accidentes. Sobre
el papel esta tecnología debería reducir los riesgos durante la circulación y convertir
a los coches autónomos en equipos más seguros. Sin embargo, en la práctica no
han tardado en aparecer dudas en torno a los coches autónomos y la seguridad.
La primera cuestión tiene que ver con la eliminación del
factor humano durante la conducción. Si bien es cierto que los vehículos
autónomos analizarán el entorno y responderán a las situaciones de forma
automática, sin necesidad del tiempo para pensar que precisaría un humano,
existe la duda sobre las decisiones que tomaría el vehículo en situaciones
especiales. Parece difícil poder garantizar que los sistemas inteligentes sean
capaces de interpretar todas las situaciones y por ello pueden surgir dudas a
la hora de confiar a una máquina la toma de decisiones delicadas.
Más allá de esa primera cuestión, hay otras en torno a la
seguridad de los vehículos autónomos que van más allá. Por ejemplo,
recientemente se ha conocido, gracias a The Guardian, que desde el FBI se ha
expresado preocupación en cuanto a la seguridad de estos vehículos. La agencia de
seguridad estadounidense ha señalado que los vehículos autónomos podrían
plantear nuevos retos de seguridad más allá de la circulación. En concreto,
estos vehículos se podrían programar para causar accidentes o para portar
bombas en atentados, haciendo que las autoridades se tengan que enfrentarse a
nuevos retos en materia de seguridad.
Posibles riesgos ante hackers
La preocupación del FBI sobre el uso de coches autónomos
en atentados se podría aplicar a los vehículos tradicionales que sí que se han
utilizado ya en distintas ocasiones. Pese a ello, sí es interesante identificar
ese riesgo ya que los fabricantes de este tipo de vehículos podrían introducir
opciones de seguridad para tratar de limitar el uso indebido de los coches
autónomos.
Siguiendo con los peligros de estos vehículos, y en
relación a lo anterior, otro posible riesgo de los coches inteligentes sería la
interacción con hackers. Todavía no está claro si los sistemas inteligentes de
este tipo de vehículos podrían ser comprometidos por agentes externos, un
aspecto que tendría que ser tratado con cuidado por los fabricantes.
Las consecuencias de un fallo de seguridad en un coche
autónomo podrían ser muy variadas y peligrosas, por lo que establecer
protección en el software de los vehículos se posiciona como otra gran
prioridad que tendrán que afrontar los fabricantes. Si un atacante externo
entrase en el sistema de los vehículos tal vez podría comprometer la seguridad
de su circulación o incluso sabotear el vehículo.
Por último, otra preocupación en torno a la seguridad de
los coches autónomos sería la privacidad de los usuarios. Parece claro que
estos coches avanzados serán vehículos conectados. Ya se han realizado pruebas
con sistema inteligentes que aprenden de los hábitos de los usuarios, como la
propuesta de Land Rover, y las dudas están en si los datos que se recogen son
seguros. Se trata de otra cuestión que los fabricantes tendrán que responder y
que podría afectar a la seguridad de los vehículos más allá de la carretera.
Todas estas cuestiones plantean dudas sobre los vehículos
autónomos, pero hay que destacar que son normales dada la fase inicial en que
se encuentra esta tecnología. Lo que está claro es que los fabricantes y las
autoridades todavía tienen mucho en lo que trabajar para conseguir un marco
legal y unas garantías que inviten a que el coche autónomo sea una realidad
segura y con garantías.
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