MUJER CONTRA MUJER
Una de las ironías de la cultura machista es que muchas veces son las propias mujeres las que contribuyen, de manera inconsciente o por obligación social, a perpetuar este sistema. Esto ocurre principalmente a través de la educación machista, que no se limita solo a las escuelas, sino que empieza desde el hogar.
En muchas culturas, a las madres y abuelas se les ha asignado el papel principal de educar a los hijos, tanto en términos de valores como de comportamiento. Al haber sido ellas mismas criadas en un entorno machista, es común que reproduzcan los mismos patrones de crianza con sus hijos, promoviendo roles de género tradicionales. En este proceso, las niñas suelen ser educadas para ser obedientes, recatadas y dedicadas al hogar, mientras que los niños son alentados a ser independientes, competitivos y a asumir el liderazgo.