¿Sabía que, en verano, su coche puede llegar a perder
hasta un 15% de potencia sin que se deba a ninguna avería? A continuación, le
enumeramos todos los elementos mecánicos que harán perder caballos a su
automóvil con la llegada de las altas temperaturas.
Quizá no le llame la atención que saber que el calor del
verano no le sienta muy bien a tu coche; sin embargo, es muy probable que sí se
sorprenda cuando conozca que, cuando fuera hay más de 35ºC, su motor llega a
perder unos cinco caballos de media -que llegan hasta 15 CV en el caso de
algunos motores con turbo- y, además, aumenta el consumo de combustible en una
media de un litro cada 100 km, es decir, algo más de un euro.
Y ello por no hablar de los inconvenientes que pueden
aparecer en otros sistemas como los frenos -que se fatigan antes-, los
neumáticos -es posible que su duración se acorte en un 15%-, la pintura de la
carrocería -que puede perder brillo-, el interior -que tiende a decolorarse,
deformarse o, incluso, intoxicarte-... Todo esto es inevitable, pero sí tiene
la opción de seguir los siguientes consejos para que, al menos, el calor afecte
lo menos posible a su vehículo.
1. Por la elevada temperatura del aire de admisión del
motor
Todos los motores, tanto diésel como gasolina, necesitan
introducir aire en los cilindros para que se pueda quemar el combustible. Sin
embargo, cuando la temperatura es elevada, el aire contiene una menor
proporción de oxígeno, y esa circunstancia provoca que la mezcla no se queme
con tanta facilidad, de manera que el rendimiento del motor decae. Esto se
aprecia sobre todo en los motores turbo o con compresor de aire -sobre todo si
no llevan intercooler-, pues pierden hasta 15 CV. ¿El motivo? Que estos motores
necesitan más aire para funcionar, de forma que la falta de oxígeno también les
afecta más.
¿Puedo evitarlo? No, pero aún notará una mayor pérdida de
rendimiento si lleva el filtro del aire del motor sucio -se sustituye cada
20.000 km de media y cuesta unos 60 euros- o las bujías con demasiados
kilómetros -en los gasolina, duran 60.000 km de media y cuestan unos 90 euros-.
2. Por el sobreesfuerzo mecánico del sistema de
refrigeración
El sistema de refrigeración se encarga de que el motor no
supere su temperatura habitual de funcionamiento -entre 85 y 95 grados-. En
verano se le exige más, sobre todo si circulamos a menos de 40 km/h; entonces,
el electroventilador tiene que actuar con mayor frecuencia, restándole cierto
rendimiento al motor -nunca más de dos CV-; el aumento de consumo es
inapreciable.
¿Puedo evitarlo? No, pero sí es recomendable que
sustituya el líquido refrigerante cada cuatro años y que vigile su nivel una
vez al mes -debe estar entre el mínimo y el máximo-.
3. Por el funcionamiento del aire acondicionado
El aire acondicionado de los vehículos emplea un
compresor que está directamente accionado por el motor. Por tanto, cada vez que
se pone en marcha, le resta cierto rendimiento -cuatro CV de media-.
¿Puedo evitarlo? Sí, pero para ello tendrásque dejar de
utilizar el aire acondicionado, algo en absoluto recomendable. La pérdida de
potencia generada por el aire acondicionado es tan pequeña que apenas lo
notarás, y el aumento de consumo -no más de 0,5 l/100 km- es incluso inferior
al que obtendrías si circulas con las ventanillas bajadas -que, además, resulta
inseguro y especialmente incómodo-.
Y no se olvide de...
- Neumáticos. En verano, alcanzan una mayor temperatura,
sobre todo circulando rápido por autopista. Si llevamos la presión demasiado
baja, la banda de rodadura se calentará más todavía, algo que acortará su vida
hasta en un 15%; por eso, conviene revisar la presión todas las semanas y,
sobre todo, antes de emprender un viaje largo.
- Tapicería. Aparcar el coche al sol durante varias horas
hace que el interior soporte temperaturas de más de 60 grados. Esto puede
provocar desajustes en el salpicadero por la deformación de sus partes, además
de la decoloración de las zonas donde el sol 'pegue' de lleno. Para evitarlo,
intente aparcar a la sombra o emplee parasoles.
- Carrocería. Con el paso del tiempo, la pintura -ya sea
normal o metalizada- pierde brillo y este proceso se ve acelerado si aparcamos
durante periodos prolongados al sol. Al mismo tiempo, también tienden a
decolorarse los plásticos de los paragolpes, de los retrovisores, las juntas de
las puertas se agrietan -igual que las escobillas-...
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- Frenos. Para frenar, las pastillas de freno rozan
contra el disco, generando calor; en verano, alcanzan temperaturas aún mayores
y, además, se refrigeran menos. Así, es más fácil que se sobrecalienten,
empeorando la frenada y acortando la vida del líquido de frenos -sustitúyalo
cada dos años- y de los discos -se deforman-. Por eso, conviene emplear marchas
cortas al bajar puertos y evitar practicar una conducción agresiva.
Cómo puede vigilar la temperatura de su motor
- Indicador de temperatura. Es el reloj que aparece junto
al indicador de combustible, el velocímetro. En frío, estará en la posición más
baja, pero en pocos minutos -entre cinco y diez- debe alcanzar los valores
habituales -unos 90 grados-. Nunca debe llegar a la zona roja o quemará el
motor.
- Testigo de temperatura. Algunos modelos -Opel Astra,
Kia Picanto...- no llevan un indicador y, en su lugar, emplean un testigo
luminoso que sólo se enciende cuando el motor está muy frío -no pasa nada, pero
no supere las 2.500 rpm en un diésel o las 4.000 en un gasolina-, o demasiado
caliente -deténgase inmediatamente y pare el motor-.
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