TIEMPOS DIFÍCILES
Me gustaría que las cosas fuesen de otra manera, que se tratase de un mal sueño de esos que terminan en un agitado despertar. Pero cuando salgo a la terraza que da a la carretera para levantar las persianas y escucho el sonido de las poleas que recogen las cintas, apenas interrumpido por el ruido de los motores de los pocos vehículos que transitan, alternando con largos silencios; cuando no veo un alma por la amplia acera o, si acaso, atisbo el caminar tranquilo de un una esbelta mujer que sigue a un lanudo perro al que lleva sujeto con una correa extensible; cuando sé que, un día más, tendré que permanecer en el dulce hogar que ya se está volviendo amargo, no tengo más remedio que escribir sobre el maldito coronavirus. Esa pandemia que se ha ensañado con la humanidad y que está vendiendo cara su derrota.