En la
próxima década finaliza la concesión de 12 autopistas estatales
Sector
avisa: el déficit público obligará al Gobierno a introducir peajes
La
reversión al Estado de las autopistas de peaje supondrá un golpe para las arcas
públicas de más de 300 millones de euros. Un coste adicional al de las radiales
en riesgo de quiebra, que podría alcanzar los 5.000 millones. El Gobierno de
Mariano Rajoy -en funciones- se ha comprometido a convertir en gratuitas aquellas
vías de pago que vayan agotando su concesión.
La hasta
hace unas semanas ministra de Fomento en funciones, Ana Pastor -hoy presidenta
del Congreso de los Diputados- se erigió en la primera defensora de esta medida
que, sin embargo, ataca los objetivos de rebajar el déficit público y contraría
los intereses de las sociedades concesionarias, entre las que sobresalen
Abertis e Itínere, las primeras que se verían afectadas.
En el
sector, de hecho, dudan de que esta promesa pueda hacerse efectiva,
precisamente, por los ajustes presupuestarios que exige Bruselas. Temen,
además, que menoscabe la ya, a su juicio, insuficiente conservación de las
carreteras y, en consecuencia, la seguridad de los ciudadanos. La Asociación
Española de la Carretera (AEC) estima que el déficit acumulado asciende a 6.617
millones.
Por ello,
consideran que será necesario la aplicación, al menos, de una fórmula de peaje
blando, como ocurre, por ejemplo, en las autopistas vascas que en su momento
fueron revertidas al Gobierno autonómico. La demanda de las concesionarias, no
obstante, pasa por negociar con el Ejecutivo la extensión de las concesiones a
cambio de acometer nuevas inversiones o, en su defecto, la relicitación.
Tanto
Pastor como el secretario de Estado de Infraestructuras Julio Gómez-Pomar, han
defendido públicamente en reiteradas ocasiones, sin embargo, que las autopistas
serán completamente gratuitas a su vencimiento y que no se contempla ningún
tipo de peaje, lo que implicará que los Presupuestos Generales del Estado (PGE)
deberán asumir el coste del mantenimiento de las carreteras. Los estudios
sectoriales indican que la conservación de las vías de gran capacidad supone un
coste anual medio de alrededor de 50.000 euros por kilómetro.
En los
próximos 10 años vence el periodo de explotación atribuido a cinco sociedades
concesionarias: AP-1 Europistas, Aumar, Acesa, Henarsa y Avasa. En conjunto,
las autopistas que operan suman 1.410,1 kilómetros, lo que representa el 51 %
de los 2.759 kilómetros que totalizan las autopistas de peaje del Estado.
Nacionalizar
la gestión de estas autopistas implicará, al final del periodo, un coste
superior a los 300 millones anuales para las arcas públicas. Este importe
deriva, por un lado, de los gastos de conservación. De acuerdo con las
estimaciones de la Dirección General de Carreteras, en el año 2015 supusieron
85,6 millones. A esto habría que sumar el retorno fiscal vía impuestos de las
concesiones, que en el pasado ejercicio se calcula en 220,1 millones.
Si
finalmente se conforma este año un Gobierno liderado por el Partido Popular y
éste sigue adelante con su propuesta de revertir las autopistas de peaje, en la
legislatura tendrá que afrontar la nacionalización de cuatro vías. En noviembre
de 2018 vence el contrato de la AP-1 Burgos-Armiñón, que suma 84,3 kilómetros
de longitud y está gestionada por la sociedad Europistas, propiedad de Itínere.
En 2019, igualmente concluye la concesión de Aumar, controlada por Abertis y
que opera los tramos de la AP-7 entre Tarragona y Valencia (225,3 kilómetros) y
Valencia-Alicante (148,5 kilómetros), así como la AP-4 Sevilla-Cádiz (93,8
kilómetros).
En
Cataluña y Baleares
Ya en
agosto de 2021 expira el contrato de Acesa, también de Abertis. Esta
concesionaria explota cuatro tramos de la AP-7 (La Jonquera-Montmelo,
Montmelo-Papiol, Papiol-Tarragona y Papiol-Molins de Rei), que alcanzan los
262,8 kilómetros. Mientras, en 2014 le llega el turno a Henarsa (Abertis,
Acciona y Globalvia), y que es la responsable de un tramo de la M-50 (21,4
kilómetros) y de la R-2 Madrid-Guadalajara (64,1 kilómetros), una de las
radiales en riesgo de quiebra. En 2026 vence la concesión de la AP-68
Bilbao-Zaragoza (294,4 kilómetros), que gestiona Avasa (Abertis).
Adicionalmente,
en los próximos años también finalizan las concesiones de varias autopistas
autonómicas. Es el caso, en Cataluña, de la C-32 Montgat-Tordera, que opera
Invicat (Abertis), y de la C-33 Barcelona-Montemelo, explotada por Túnel de
Soller, propiedad de Globalvia, y que expiran en 2021. La Generalitat ya ha
anticipado que no prorrogará los contratos. En 2022, por su parte, termina
igualmente la concesión del Túnel de Soller (Globalvia), en Baleares.
En la
próxima década, por tanto, vencerá la concesión de 1.479,6 kilómetros de
autopistas de peaje, tanto estatales como autonómicas, lo que supone el 45 %
del total (3.307 kilómetros).
Conservación
y seguridad de las carreteras
La
Asociación Española de la Carretera (AEC) estima que la red española presenta
un déficit acumulado en conservación de 6.617 millones de euros. En el sector
inciden en que el mantenimiento de las vías de gran capacidad gestionadas por
empresas privadas no depende de la disponibilidad presupuestaria de la Administración.
La AEC
apunta al progresivo deterioro de las autopistas sin peaje, tanto estatales
como autonómicas, que sitúa hoy su estado muy por debajo del mínimo aceptable.
Por ello, las firmas privadas consideran que la reversión de las vías de peaje
al Estado empeorará su conservación, ya que la inversión de las
Administraciones se ha demostrado inferior a la acometida por las
concesionarias.
Además,
la ausencia de peajes multiplicará el tráfico de estas autopistas, lo que
obligará, a su juicio, a tener que realizar mayores inversiones si se quiere
ofrecer un servicio eficiente y se protege la seguridad de los usuarios.
Fuente:ElEconomista.es/Javier Mesones
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