Todas las investigaciones
realizadas llegan a las mismas conclusiones: un cristal con un impacto siempre
acaba rompiéndose: es solo cuestión de tiempo, y de una combinación de
factores, que lo haga.
Está demostrado que un cristal
reparado recupera su resistencia original, por lo que si sufrimos un impacto es
de vital importancia ir a repararlo antes de que alcance un tamaño que lo
convierta en irreversible.