El sistema emplea una capa conductora con una red de receptores dentro del cristal, que son capaces de detectar anomalías y fisuras.
La patente también refleja que cuando se detecta la fisura, el propio coche puede agendar una cita con el taller para ir a repararla. Apple incluso va más allá, pues describe un escenario con coches autónomos que acuden por sí solos al taller en los momentos en los que su dueño no los usa.