Transcurridas semanas desde
que la ministra de Transición Ecológica, Teresa Ribera, sentenciase que
"el diésel tiene los días contados" nos encontramos en un buen
momento para mirar con perspectiva y hacer un análisis de las consecuencias a
medio plazo de tal manifestación.
En primer lugar, desde mi
punto de vista, una matización o un poco más de información por parte del
Gobierno hubieran contribuido a calmar los ánimos, por un lado, de los
compradores, pero también del sector de la distribución y reparación de
vehículos que, recordemos, emplea directamente a 162.000 personas y supone el
3% del PIB.