TRÁGICO ACCIDENTE
Los niños
se afanan en la disputa de una pequeña pelota de goma. La solería de la Plaza
de la Iglesia sirve de césped para el disputado partido. Dos piedras, en cada
uno de los extremos del recinto, son los postes de las provisionales porterías.
Los jugadores de un equipo se confunden con los del otro por el escaso colorido
de las indumentarias. Las camisas, los pantalones y los zapatos de diario
sirven para todo: para ir a la escuela, para jugar al fútbol o para visitar a
la abuela. El árbitro puede ser cualquiera de los futbolistas o, en algunos
casos, el menos hábil con el manejo de la pelota. El resultado es los de menos.