SOLIDARIDAD, ESA PRECIADA VIRTUD
El reloj de la torre del Ayuntamiento dio las cinco
campanadas en una tarde primaveral. Algunos minutos más tarde, los alumnos
salían por la puerta de la Escuela Unitaria de Niños. A pocos metros, un
hombretón de pelo nevado llamó la atención de los escolares y comenzó a contar
una pequeña historia:
“Una fría mañana del mes de enero, bajé por el ramal que
llega hasta la carretera negra. De repente, fui abordado por un desaliñado
sujeto de poblada barba y abundante cabellera.
─Amigo ─me dijo─, si me da una peseta, le explico qué
es el mundo.
─Pues venga ─le contesté, sacando la única moneda que llevaba en el
bolsillo y depositándola en su mano.
─El mundo es una esfera que gira sin
parar, donde cada uno va a su avío y yo voy al mío.
Y como alma que lleva el diablo, se perdió entre las encinas
y alcornoques de la dehesa.”