La situación excepcional de estado de alarma y confinamiento que estamos viviendo estas semanas debido el COVID19, nos está afectando a la mayoría de la población de diferentes formas, generando sobre todo miedo, preocupación, angustia o decaimiento, por la incertidumbre social y económica. Estas emociones se manifiestan principalmente con estrés, ansiedad, aumento o pérdida del apetito e incluso con importantes trastornos en el sueño, así como fatiga prolongada durante el día.
El sueño y la fatiga hacen que tengamos menos energía, menor nivel de activación y motivación para realizar tareas y aprovechar el día, a pesar de que paradójicamente en el confinamiento podemos disponer de más tiempo libre. Estos efectos son peligrosos porque poco a poco pueden derivar en apatía, e incluso en trastornos por depresión.