CONTROLES DE VELOCIDAD
Una carretera
curvilínea separa las poblaciones onubenses de Hinojos y Almonte. El agradable
olor de los pinos deja una fragancia que penetra por las ventanillas abiertas
del Simca 1000 que se dirige a la playa de Matalascañas. El tórrido día de
agosto obliga a bajar los cristales… Es el aire acondicionado de la década de
los 70 en casi todos los vehículos. Después de la obligada travesía por la
población almonteña, enfilo la carretera de la costa y veo una señal que me
indica el final de la limitación a 60 km/h. Voy acelerando progresivamente,
pero, ¡oh sorpresa!, de nuevo aparece la prohibición de 60, y aunque levanto el
pie del acelerador y pico el freno, no sé si he sido respetuoso con la
sorpresiva placa… De pronto, otra sorpresa, la Guardia Civil de Tráfico me hace
las correspondientes indicaciones para que detenga el vehículo.
—¿No ha visto usted la
señal de limitación de velocidad? —dijo uno de los agentes.
Para no entrar en innecesarios detalles del diálogo mantenido
con la Benemérita, les diré que me sancionaron con una cantidad que,
francamente, no recuerdo.