Descansado y con el primer
café de la mañana, uno se levanta con una predisposición de optimismo, y
mientras se dirige al trabajo, solo lo distrae las noticias que ametrallan su
cabeza y, como cada día envuelven la cabina del automóvil.
Arrancamos, e
instintivamente, abrimos con el mando automático la puerta del aparcamiento. La
agenda del día se agolpa en nuestra cabeza, mientras unas gotas de agua
resbalan por nuestro parabrisas del coche. Accionamos los “limpias” y adiós
gotitas. Vemos con mayor claridad nuestro horizonte más cercano.
El tráfico denso, hace que
nos movamos con la misma lentitud de nuestras ideas. Ensimismado, pero
pendiente de la conducción, de pronto, “la primera en la frente”, el primer
listo de la mañana, cambiando de carril, sin señalar su intención previamente y
provocando que tenga que frenar para que pueda ocupar el sitio que mi vehículo
ocupaba antes de que “espabilado de turno” se colocara estrategicamente delante
de mí. Intente no agobiarme, y seguí si
prestarle mucha atención para no empezar el día “cabreandome” y de mal humor.
Seguí mi camino, casi
conduciendo en automático, debido a las mil y una mañanas que mi coche había
tomado el mismo camino. Con la agradable temperatura del habitáculo del coche, me
sumergí de nuevo en las gestiones que tenía que realizar esa mañana, pero,
de nuevo, el “impresentable” que conducía delante de mí, observo que en el
trayecto existía un aparcamiento libre, y sin encomendarse a nadie, y por
supuesto, si señalar maniobra, dio un volantazo hacía la derecha, y no tuve más
remedio que frenar de nuevo bruscamente, a pesar de la distancia de seguridad
que nos separaba.
Esta segunda maniobra me
puso en sobre aviso y me alejo, de la introversión en la que estaba sumido.
Cada día lo mismo. No era un
problema saber o no saber conducir. Volví a desesperarme de nuevo, el "listo",
porque hace todo lo posible por poner en marcha todas las malas artes para
ponerse en ventaja de los demás conductores que circulan por la misma vía, y el "estólido", por distraído, negligente, y porque cree que él es el único que circula en ese
momento por la carretera.
Estoy seguro que hay una
larga lista de "especies y tipo" de conductores, con las que todos nos encontramos cada
día, me gustaría que ustedes nos contarán vuestras historias al volante, para
poder publicarlas, ya que nos puede ayudar a todos, a unos por sentirnos
identificado con el trastorno diario y a otros, para que se vean reflejado en
su propia miseria, y podamos abrirle los ojos entre todos, para ver si es
posible que puedan aprender de una vez, y dejen de fastidiar y de poner en
peligro a los demás.
Cuéntame tus historias al
volante. Gracias.
todomotorsevilla@gmail.com