Mark Twain. Popular escritor, orador y
humorista estadounidense 1835-1910
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Es
una pena que esta web no sea una guía de Viaje, porque realmente me encantaría
poderos contar “mi viaje de estas vacaciones” pero sin ser una guía de Viajes,
os voy a contar algo que igual pueda tener encaje en MI OPINIÓN sobre el tema
de esta página, pero ojo¡¡¡ cada cual cuenta "Su viaje"
Este verano he realizado un recorrido
en automóvil de casi 7.000 km en carreteras de todo tipo, desde el sur de España
al Norte de nuestro vecino Francés. Visitando durante el mismo el centro de
Francia, de Este a Oeste, disfrutando de su espectacular patrimonio, en
particular el de los Castillos en la Ribera del Loira.
Y lo que me gustaría contaros es
básicamente lo que llevo diciendo desde el primero de mis artículos, la
relación que existe entre Normas y Educación, lo primero que me llamó la
atención, fue los diferentes límites de velocidad y la diferencia entre estos,
desde 30 KM por hora en determinados pueblos, travesías que sorprendentemente para
algunos, que seguro son de los que no me leen, se respetaban dicho límite,
vamos de ir andando, o en bicicleta, os hago una pequeña parada para comentaros
esto; familias enteras disfrutando del paseo en bicicleta, y cuando digo
familias enteras hablo desde niños/niñas de 6-7 años hasta personas mayores con
una salud envidiable de, seguro pasados los 70, como os decía desde los
lentitos 30 km hasta el de 130 km por hora que “se disfrutaba en las autopistas”
que “curiosamente” también se respetaba.
Pero avanzando en
el viaje, llegamos al Castillo más visitado de Francia, después de Versalles, esto
es el de Chambord, donde, como comprenderéis la acumulación de coches era
considerable (por ser discretos en el adjetivo) pues bien, a Pie de Castillo
casi, existía toda una línea de plazas de Parking de Minusválidos y lo más sorprendente
RESPETADOS. Ahora me viene a la mente, cualquier hipermercado de nuestro País,
incluso el de una conocida cadena francesa, que ahí si me sorprendo yo, las plazas
de minusválidos están ocupadas por quien no lo es, con las excusas más variopintas
si les apercibes de algo, de las habituales “es solo para un momento”, y un clásico,
“a usted que le importa si no es minusválido”, en fin, prometo que no lo soy,
gracias a Dios, pero creo que eso no nos debe impedir, primero cumplir unas elementales
normas de circulación y segundo unas mínimas normas de solidaridad, o es que
hace falta ser minusválido para darse cuenta de lo inadaptadas que están las
ciudades y el poder circular por ellas, y lo poco que nos cuesta a nosotros
hacer 100 metros, o ni siquiera 10 a veces y el esfuerzo que supone para
alguien que va en Silla de ruedas, ¿de verdad?.
Llegamos al norte
del norte, Mont Saint Michael, paro y os insisto, visitadlo, os daréis cuenta
que el SER HUMANO ES GRANDE y es capaz de hacer COSAS ENORMES, cualquiera con mínima
sensibilidad quedará encantado con la visita. Pues bien este monumento y su
organización, es un claro ejemplo de que los automóviles, las autocaravanas,
las caravanas, los autobuses, las motos y las bicicletas pueden convivir sin
mayor problema, con orden y concierto.
¿Sorprende? Sí, pero es mi viaje…
otros contaran otro.
Luego
carreteras a 110 y autopistas, como adelantamos a 130, conservación excelente,
áreas de servicio de sólo parar y descansar, con TODO, LITERALMENTE TODO, que sí,
que el peaje es carito, pero al menos lo dedican a algo, útil, y no me refiero
sólo a los inigualables pasteles que me he ventilado en cada parada (si,
si increíble en un área de servicio).
A ver tengo un “límite de
ingenuidad”, y lo estoy sobrepasando, siempre saltará el maleducado, el que se
cuele, el que no respete las normas, en este viaje me ha costado verlo, eso sí.
A modo de conclusión os diré, que
no sé si es un problema de educación o de sanción, quizá sea la debida
combinación de los dos, ya que tenemos que partir de una EDUCACIÓN en mayúsculas,
y luego educación vial, pero también es verdad, que si no se imponen medios coercitivos,
que consigan que si se incumplen las normas se pueda sancionar de manera
expeditiva y ejecutar las mismas de manera rápida y eficaz, al final
percibiremos su inutilidad. Y tendemos a ser vagos en el cumplimiento.
Pese a que exista ese maleducado,
ese que incumple las normas, se salta los límites, aparca en zona de
minusválidos, aspiremos a ser mayoría los que cumplimos, por el mero hecho de
cumplir, de hacer lo correcto, incluso aunque no esté el Policía a nuestro lado
para sancionarnos (modo ingenio nuevamente activado…), la mayoría de
cumplidores es lo que nos diferencia y define. Si fuera filósofo, lo llamaría
la ética del cumplimiento.