UN
DÍA CUALQUIERA
Abro la puerta del
parking, y señalo con los intermitentes que voy a girar a la derecha, la vía es
de una sola dirección. Miro hacia la izquierda, por si vine algún vehículo, o
persona atrevida que cruza la calle en diagonal camino del Centro de Salud. No
viene nadie.
Pongo primera, piso
el embrague y lo suelto poco a poco, mientras realizo el giro y suavemente
presiono con el pie derecho el acelerador.
La primera en la
frente, un vehículo aparcado en doble fila, junto al ambulatorio, sale sin
avisar, y obstaculiza mi marcha, menos mal que tengo experiencia en éste tipo
de zoquetes. Me detengo, y espero que el jumento de turno, continúe con su
marcha. Me acerco con el vehículo a un paso de peatones antes de llegar a un
cruce, detengo el vehículo, ya que una persona se dispone a cruzarlo. Antes me
las veo y deseo para llegar al cruce, ya que a ambos lados de la calle, hay
vehículos estacionados en doble fila. A 100 metros de lugar, hay un escampado,
donde pueden estacionar ¡pero…!
Voy a girar a la
derecha, pero no puedo porque, una garañona, ha parado su vehículo en el cruce,
impidiendo que los vehículos pueden adentrase en la calle y los que vamos a
salir podamos acceder a la vía. Se abre el semáforo de la esquina, y fluye la
circulación, me adentro en la vía, y al llegar a la altura del semáforo que
está en verde para mí, señalo, el giro a la izquierda. En ese momento, freno
bruscamente, porque, un zopenco, se ha saltado su semáforo en rojo y ha seguido
su camino, sin importarle lo más mínimo, el desastre que podía haber producido,
si mi giro a la derecha y los vehículos que me seguían no hubiésemos frenado.
Una vez en la nueva
vía, me encuentro a unos 50 metros con una rotonda, controlada por semáforos.
Pero, antes, un
asno al volante, sin encomendarse a nadie, ni por su puesto avisar, invade el
carril por donde voy, y se pone delante, con el consiguiente, frenazo por mi
parte, para que el animalito, pudiera adecuarse a la vía.
Entramos en la
ROTONDA, busco el carril más próximo a la
salida, ya que voy a salir por la segunda salida, compruebo a dos amigos
saludándose en el arcén de la rotonda, mientras interrumpen la circulación.
Salgo a una vía de
servicio, para inmediatamente, a unos 20 metros, girar a la derecha, para
adentrarme en una estación de servicio, cuando me dispongo a girar, me
encuentro a un pollino, que en intenta salir por la entrada de la estación, por
lo que, paro mi vehículo, y el ventajista, detiene su vehículo, me mira, como
diciendo “que hacemos” e inmediatamente se da cuenta, que tiene que dar marcha
atrás, y buscar la salida de la estación de servicio. Con muy mal talante la
criaturita, hace la maniobra y se marcha.
Accedo con mi
vehículo al surtidor que está libre, detengo el coche y me acerco a abonar el
combustible. Una vez, que le puesto combustible al vehículo, de nuevo me
dispongo, a salir de la gasolinera, como comprenderán por la SALIDA, ¡como debe
ser!
Me incorporo de
nuevo a la circulación, en una vía donde la velocidad permitida es de 50 km, el
vehículo que menos corre va a 80 km, y cuidado porque el que va detrás de mí
por el carril de la derecha, ya me ha llamado la atención con ráfagas de luz, a
lo que hago caso omiso, y al cabo de unos segundo me adelanta por la izquierda,
y al llegar a mi altura, me lanza una sarta de improperios por ir a la
velocidad que marca la vía. Lo miro, y la verdad no le digo nada. Hacer razonar
a un borrico es harto difícil.
Sigo mi camino,
pensando que no llevo ni diez minutos conduciendo, y me doy cuenta, la cantidad de
infracciones que he podido sufrir en mis carnes en tan corto periodo de
tiempo. Me pregunto, es media mañana, de un día laborable, no hay excesiva
circulación de vehículos… ¿cómo será esto a hora punta, donde los nervios están
a flor de piel, y más de uno se ha tomado la copita con los amigo, y otro se ha
fumado, la maceta de yerbabuena?
CONCLUSIÓN:
Seguro, que como
yo, ha realizado esta prueba, si, es verdad que hoy para elaborar este
artículo, he prestado especial atención a las infracciones…pero les puedo
asegurar que hay días que esto que me ha pasado en este estudio de campo, se
convierte en una broma. Hoy al volante de un vehículo, coche, moto o camión, el
ser humano expresa lo peor de él.
Pone en peligro la
vida de los demás, y cuando hablo de los demás, no me refiero solo a los demás
vehículos, algunos ponen en peligro a su propia familia, hijos, padres,
mujeres, maridos, etc…Solo por no poner en práctica, las mínimas normas de
conducta. Y es que somos así, cuando vamos al volante, o cuando vamos andando,
lo que ocurre, es que cuando nos ponemos las orejeras, a los mandos de un
vehículo, el peligro es inminente.
Hagan la prueba,
verán como UN DÍA CUALQUIERA, se encuentran al volante con toda la familia de
PLATERO. Con perdón a don Jun Ramón y a
Platero.