LA EDAD A VECES NO PERDONA
En la carretera
cualquier precaución es poca. Es verdad que los mayores conducen con más
prudencia pero por ley de vida, los reflejos ya no son los mismos.
Podemos hacer una
lista de pros y contra de la edad en la conducción:
PROS:
Experiencia, precaución, serenidad, responsables al volante…
CONTRA:
Falta de reflejos, reaccionar con mayor lentitud ante un imprevisto…
Es cierto que todos
no envejecemos de la misma forma, por eso, son esenciales, los reconocimientos
médicos para renovar los permisos de conducir (a cualquier edad) pero está
claro que una persona que conduzca un vehículo, tiene que estar cualificado y
demostrar las aptitudes necesaria para tal fin.
En España hay cerca
de tres millones de personas que sobrepasan los 65 años con permiso de
conducir. El 11% del total de los conductores.
Según los expertos
los conductores mayores, "Son vulnerables: a igual impacto, sufren más
lesiones y por eso están sobredimensionados en los índices de mortalidad. Con
los mismos kilómetros recorridos, sufren más accidentes”
Aunque no es
posible generalizar, a medida que pasan los años decaen las condiciones
psicofísicas: el anciano pierde visión y capacidad auditiva y, sobre todo,
necesita más tiempo de reacción. "Le resulta difícil discriminar objetos
en movimiento". El 67% de los mayores de 65 admite que ha perdido reflejos
y que se siente más inseguro al volante, según un estudio sobre ancianos y
seguridad vial de la Fundación Mapfre. La capacidad más disminuida es la vista
(45%) seguida de los reflejos (25%) y el oído (17%), precisa el mismo informe.
La circulación a
velocidad anormalmente reducida, los cambios bruscos de dirección y la
conducción en sentido contrario son algunos de los comportamientos de más
riesgo asociados a la vejez. Hay otros -dificultades para aparcar, para
respetar las señales o para circular en línea recta-, pero tienen menor
incidencia en los accidentes de tráfico.
"Pero el
límite lo ha de poner la enfermedad, no la edad".
Los expertos
coinciden en que los ancianos poseen mecanismos que, en parte, compensan su
pérdida de capacidad al volante. Así, circulan de día, evitan zonas
conflictivas y reducen a la mínima expresión el uso del vehículo. "Una
cosa es la capacidad y otra, el comportamiento". Los mayores controlan el riesgo
y se adaptan a las circunstancias. El problema llega cuando el anciano no es
capaz de compensar sus deterioros. Ahí es donde hay que intervenir y el
conductor debería abandonar la actividad
Los reconocimientos
médicos deberían ser más "exhaustivos" porque, entre otras cosas,
"los factores psíquicos se escapan y luego pasa lo que pasa
La actual normativa
indica que, a partir de los 65 años, las revisiones se hacen cada cinco años.
Antes, se hacía cada dos años a partir de los 70.
El debate está
abierto y los expertos miran también lo que ocurre en otros países. Italia se
plantea retirar el carné a los mayores de 80 años y, en Japón, se dan premios y
promociones comerciales a los mayores que entregan las llaves del coche de
forma voluntaria. En algunos Estados de EE UU también se han aplicado
limitaciones por edad, aunque no se han demostrado eficaces.
Después de todo lo
expuesto, mi opinión es implacable en este sentido, sobre todo cuando están en
juego vidas. Las pruebas médicas que se realizan para la obtención del permiso
de conducir, deben ser exhaustivas para todo el mundo que quiera conducir un
vehículo, independientemente de la edad que tenga. Una persona, que tiene
limitada la audición, la vista, o cualquiera de sus facultades psicofísicas,
nunca podrá conducir un vehículo, por su seguridad y sobre todo por la de los
demás. Esto es igual, que si cualquiera de nosotros quisiera conducir un avión
de pasajeros, tendrá que pasar las pruebas mínimas exigibles y si no es así,
sólo podrá llegar a ser pasajero.
Por descontado, que
vamos perdiendo facultades con los años, y si esas facultades están reñidas con
la reglamentación para poder conducir un vehículo, tendremos que decir adiós al
coche, la moto o el camión, y pasar página. No hay otra.