PANORÁMICAS DE LA VÍA PÚBLICA
El sol comienza a despuntar en
una fría mañana de febrero cuando, después de un breve caminar por el suelo
arbolado, me dispongo a cruzar el paso de cebra uniéndome a otros peatones. Los
vehículos se detienen, pero un turismos de color azul continúa su marcha; el
conductor centra la mirada en el teléfono móvil que lleva entre las manos; algunas
personas increpan al imprudente, pero él, circulando como un zombi, se aleja. Cruzamos
las franjas blancas y negras ─unos presurosos, otros con parsimonia, algunos
con dificultad─ que nos llevan al ancho acerado de las viviendas de color beis;
la horizontalidad de las cenefas, entre azuladas y verdosas, alteran su
sobriedad. Los automóviles que se detuvieron reanudan su marcha.