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sábado, 21 de octubre de 2017

CEDA EL PASO por Fernando Monge






Eran las siete de la mañana cuando sonó la alarma del móvil que estaba encima de la mesita de noche. Pedro se incorporó con parsimonia y se dirigió al cuarto de baño para refrescar su rostro con el agua del lavabo. Levantó la cabeza en dirección al espejo y, haciendo una mueca burlona, contempló sus desaliñados cabellos. Desperezándose, volvió al dormitorio y conectó los auriculares al teléfono para escuchar las noticias de la mañana. La voz aterciopelada de la locutora llegó a sus oídos:

─”Un conductor, con apenas tres meses de carné y quintuplicando la tasa de alcohol, empotra su coche contra una farola”.

─”Los vuelcos de un coche y un autobús, en sendos accidentes ocurridos en  la SE-30, provocan tres heridos graves”.

─No tenemos arreglo ─masculló mientras continuaba con el aseo personal.

Una hora más tarde, Pedro, conduciendo un utilitario gris, se dirigía a su centro de trabajo. Laura, una compañera de profesión, ocupaba el asiento del copiloto. La circulación, que era cada vez más densa, mostraba un plató en el que se escenificaba el transcurrir cotidiano: un lento desfile de vehículos, un estridente sonido de bocinas, un intercambio de airadas expresiones:
 
─¡Será posible, otro semáforo!

─¡Eh!, ¿no ves que ya está en verde?

─¡Menos prisa, hombre!, ¿por qué no te has levantado una hora antes? 

─Parece que son viejos conocidos ─ironizó Pedro.

─Sí, se tratan con mucha confianza ─continuó Laura con una pincelada de complicidad.

Poco después, cuando  el utilitario gris se detuvo en el semáforo que se encontraba a la salida de una rotonda, se colocó a su izquierda un vehículo pilotado por un conductor que, con grandes aspavientos y bajando el cristal, increpó:

─¿Qué pasa, no cedemos el paso?

Pedro, con una pasmosa tranquilidad, dijo al desaforado:

─¡Oiga!, que usted es el que tiene que ceder el paso.

─¡Lo que faltaba!, otro que no sabe circular por las rotondas. 

El iracundo, sin dejar de gesticular y mirando con cara de desprecio a su interlocutor, rebasó el semáforo en rojo.

─¡Qué energúmeno! 

─Tranquila, Laura.

─¡Pero si es que no tiene razón! No sé cómo puedes mantenerte tan sereno en estas ocasiones.

─Pues verás ─dijo Pedro─, como intento ser un buen conductor, tengo el deber de conocer y respetar el código de la circulación vial para conducir de forma segura, y todo me funciona mucho mejor si mantengo una actitud de permanente equilibrio emocional ante situaciones adversas.

─Es verdad, el equilibrio emocional nos proporciona la calma y la serenidad que, aderezadas con un entorno cordial y  un profuso respeto al medio ambiente, nos permitirán ir sobre ruedas ─añadió Laura.

Familia: calma, serenidad y saludos cordiales.

Fernando Monge
 21/Octubre/2017

domingo, 16 de julio de 2023

CEDA EL PASO

 

GALICIA




Eran las siete y media de la tarde del día 25 de junio. Con 42 grados de temperatura y las calles desiertas, nos dirigimos con nuestra maleta al lugar acordado para subir en el autobús que nos llevaría al aeropuerto de San Pablo. Otro matrimonio esperaba, también, la llegada. Antes de las ocho, el dueño de la agencia de viajes que lleva su nombre, Pablo Romero ―modelo de profesionalidad, capacidad de organización y calidad humana y el conductor recogieron nuestros equipajes y los colocaron en el maletero. Cuando entramos en el autocar, el número de viajeros se completó con nuestra presencia… Enfilamos la carretera del aeropuerto para trasladarnos a Santiago de Compostela.

sábado, 9 de junio de 2018

CEDA EL PASO



BAILEMOS UN VALS

El público que llena el recinto aplaude a los bailarines: manos enlazadas, cabezas ligeramente inclinadas, rostros sonrientes y despedida con airoso caminar de las parejas que han dejado el sabor latino de la salsa en el ambiente. Con el descanso de los focos, llega la penumbra que inunda el escenario; unas débiles sombras caminan con sus manos prendidas y ocupan equidistantes posiciones. El retorno de la luz nos ofrece una imagen repleta de elegancia: Los bailarines frente a las bailarinas; la negritud de pantalones, chalecos entallados y pajaritas, que juegan con la blancura de las camisas, frente a los colores rosa y malva de los vestidos dieciochescos que adornan sus vuelos con ribetes negros; las manos unidas tras la cintura frente a los brazos que se alejan de los costados. 

domingo, 9 de agosto de 2020

CEDA EL PASO

EVOLUCIÓN



Verano de la década de los 50. A las ocho de la tarde el calor ha amainado y varios niños, de entre cinco y nueve años, juguetean alegres con su blanca pelota de goma en la plaza del pequeño pueblo habitado por unas dos mil personas. El improvisado campo de fútbol se asemeja a un cuadrilátero trapezoidal con solería de cuadritos blancos y anaranjados. Tres bancos de piedra, ubicados en cada uno de los lados más largos de la irregular figura geométrica, sirven de línea de banda, y en los lados más cortos, a los que se sube por dos escalones, están las porterías con sus postes de piedras. Los bancos están ocupados por hombre mayores que conversan y miran las carreras de los pequeños. A un lado de la plaza, una angosta calle no permite más que el paso tranquilo de los transeúntes. Al otro lado, está la calle Ancha por la que transitan los campesinos que vuelven de las tareas agrícolas con sus asnos, sus mulos y sus carros.

domingo, 9 de febrero de 2020

CEDA EL PASO


EVOLUCIÓN



Verano de la década de los 50. A las ocho de la tarde el calor ha amainado y varios niños, de entre cinco y nueve años, juguetean alegres con su blanca pelota de goma en la plaza del pequeño pueblo habitado por unas dos mil personas. El improvisado campo de fútbol se asemeja a un cuadrilátero trapezoidal con solería de cuadritos blancos y anaranjados. Tres bancos de piedra, ubicados en cada uno de los lados más largos de la irregular figura geométrica, sirven de línea de banda, y en los lados más cortos, a los que se sube por dos escalones, están las porterías con sus postes de piedras. Los bancos están ocupados por hombre mayores que conversan y miran las carreras de los pequeños. A un lado de la plaza, una angosta calle no permite más que el paso tranquilo de los transeúntes. Al otro lado, está la calle Ancha por la que transitan los campesinos que vuelven de las tareas agrícolas con sus asnos, sus mulos y sus carros.

domingo, 24 de marzo de 2019

CEDA EL PASO,


EPISODIOS EXTRAORDINARIOS



Aunque hablamos, en el artículo anterior, de lo mucho que se parecen unos días a otros y de la importancia que tiene nuestro estado de ánimo en los cambios que observamos, sentimos o padecemos; nadie duda que, de vez en cuando, acontecen episodios extraordinarios, poco frecuentes… dignos de ser contados. Esos episodios pueden tener los más variopintos escenarios y manifestar los más extravagantes comportamientos humanos. Yo les voy a narrar dos sucesos ocurridos en la vía pública, relacionados con el tráfico rodado, pero que bien podríamos situarlos, con sus lógicas diferencias, en otro lugar: trabajo, ambulatorio médico, oficina de la administración o parque público. Voy a contarlos guardando un orden cronológico, y no por la mayor o menor extrañeza de cada uno de ellos.

domingo, 18 de noviembre de 2018

CEDA EL PASO



EL COCHE DE GASOIL



Hace diez años, cuando transcurría el mes de noviembre de 2008, comencé a plantearme la posibilidad de comprar un nuevo coche. El que tenía, evidenciando que habían pasado trece años por él, me causaba más inoportunas molestias que buenas prestaciones… Había llegado la hora del cambio. Ahora tocaba decidir cuál sería el nuevo utilitario… Miraba los últimos modelos que circulaban por la vía pública, consultaba las revistas de motor y visitaba los puntos de venta de algunas marcas.

domingo, 31 de julio de 2022

CEDA EL PASO

 

LA TERTULIA

 






Una robusta puerta ―con dos hojas de madera veteada y de color gris, una mano de bronce agarrando una bola, que sirve de aldaba y una enorme cerradura― sirve de acceso a la farmacia del blanco pueblo onubense. En la parte posterior tiene un gigantesco cerrojo. Desde las ocho de la mañana y hasta la hora de abrazar a Morfeo, siempre está abierta… No hay un horario establecido y los clientes entran y salen con sus medicamentos y los elementos de ferretería, droguería o electricidad ―hay de todo, como en botica― que el rechoncho farmacéutico, solterón empedernido, despacha ayudado por una diligente y amable señora de corta y nívea melena con la que no tiene ningún parentesco, pero que goza de su total confianza. Al fondo se encuentra una confortable salita en la que todas las noches tiene lugar “la tertulia”.