DÉJATE LLEVAR
Miro por la ventanilla, e
instintivamente comienzo a contar los árboles que pasan a velocidad
vertiginosa. El sol ilumina el horizonte que se trasluce tras los limpios
cristales de un vehículo en marcha. Los colores pasteles resaltan con
brillantes la entrada de la primavera sobre los campos dorados de trigo, y los
girasoles toman el sol de la mañana que al campo sale. El azahar exhala su
aroma, e invade las calles de blanca cal. La flor del naranjo abre sus pétalos
cual alfombra sobre nuestros sentidos, y derrama sobre todos ellos algo de
esperanza.
Con toda esta visión de
colores y aromas, se me olvida que ocupo el asiento de al lado del conductor.
Él vive otra realidad más práctica, y sus sentidos pasan de la más poética
visión que la ventanilla me transporta.