ESTADO DE ÁNIMO
Algunos días se nos antojan diferentes o muy diferentes a los
demás. Salimos a la calle y todo parece trastocado. Llegamos al paso de cebra y,
como algunos vehículos no se detienen, lo cruzamos con cierto temor… Comenzamos
a impacientarnos. Sacamos el coche del aparcamiento y, cuando iniciamos el
recorrido, damos un frenazo porque un peatón se atraviesa imprudentemente,
mirándonos con cara desafiante. Nos paramos en el semáforo en rojo… El cambio
de color tarda una eternidad… Por fin, aparece el verde, pero los primeros de
la fila salen con mucha lentitud. Llegamos a la rotonda y volvemos a frenar… Un
listillo se ha lanzado al ruedo sin ningún miramiento. Tardamos en
incorporarnos a la autovía… Los que circulan por la red principal vienen
lanzados y no nos dejan… El que nos sigue comienza a tocar el claxon. Ya incorporados,
vemos a una pareja adulta que sale de entre la maleza y cruza el asfalto por
donde no debe. En el casco urbano, contemplamos los coches aparcados en doble
fila, cerca de un bar. Al llegar a la bifurcación, uno que no respeta el stop
nos obliga a frenar una vez más… La impaciencia nos supera y nos preguntamos a
nosotros mismos “¿Qué le pasa hoy al personal?”...