sábado, 3 de octubre de 2020

LA ROTONDA

 

EL COCHE EN CASA

 


Las noticias fluyen igual que las discrepancias y las opiniones. No hay un día que algún “avispado” político de turno sueñe con la utopía y se distraiga con nuevas ideas conque ser recordado, y olvidarse de las prioridades por las que la ciudadanía algún día al ejercer su derecho a decidir en una urna le brindó toda su confianza.

Es verdad que año tras año el parque móvil de un país crece y se avejenta, también es verdad que los espacios cada vez son más restringidos. Esto viene a cuento, porque hay quien piensa que nuestro coche, el de cada uno, es un problema, no el de los demás. “Es increíble la cantidad de vida que cabe en el espacio que ocupan dos toneladas de metal”, señala uno de los partidarios de reducir las plazas de aparcamiento en las ciudades.


¡Ay, de aquellas noches cuando nuestros coches dormían en la calle y gratis! Hoy tenemos que buscarnos un desorbitado parking al lado de casa o del trabajo. Y eso, si no tenemos que movernos con el vehículo de un lugar a otro y estacionar previo pago.


Antes, íbamos y veníamos de un lugar a otro de la ciudad sin preocuparnos si tendríamos sitio para estacionar, todo lo contrario que hoy día. ¡Ya saben! Si tenemos que acercarnos a los centros de las ciudades, no hay más remedio que rascarnos el bolsillo, y a veces ni eso. Pero, en honor a la verdad, ha sido una solución a la densidad de vehículos que ya no cabían y a la polución que nos iban dejando sin darnos cuenta.

 

Y todo este ramillete de pensamientos sueltos, tiene que ver con esta afirmación: “Como alcalde, no tengo la obligación de buscarle a nadie dónde aparcar su coche”, recogía esta semana 'El Diario de Cádiz' de boca del alcalde de Pontevedra, Miguel Anxo Fernández del BNG, una declaración que se viralizó en pocas horas.

Anxo, uno de los alcaldes más veteranos de España, ha encabezado a lo largo de los últimos 21 años una reforma urbana en la capital de provincia que la ha convertido en ejemplo internacional en movilidad sostenible. Una de las patas más sensibles que ha generado no pocas polémicas desde que a finales de los 90 se eliminasen las primeras 400 plazas de aparcamiento en superficie, es devolver los espacios libres a los ciudadanos.

Quizá usted no se haya dado cuenta, pero es probable que en su ciudad ya haya muchas menos plazas de aparcamiento gratuitas que hace unos años. Los procesos de peatonalización de muchas capitales de provincia han implicado forzosamente la expropiación de ese espacio que en muchos casos servía para el estacionamiento nocturno de vehículos privados. “Para mí es como si usted se compra una vaca y me pregunta que dónde la pone o si se compra un congelador y no tiene sitio en su casa y me dice que quiere un hueco en la calle donde ponerlo”, razonaba el alcalde. “El coche es igual”. Contundencia ante los que se quejan de las medidas del Ayuntamiento: “Si no interesa, pues métase el coche donde le quepa. Es duro pero es así”.

Tras el tema del aparcamiento hay una utilización de un bien público, que se llama calle y que hemos pagado colectivamente”, valora el urbanista José María Ezquiaga, profesor de la Universidad Politécnica de Madrid, presidente de la Asociación Española de Técnicos Urbanistas y miembro del consejo asesor del Ayuntamiento de Madrid. “Esas calles con aparcamiento las han pagado tanto los que tienen automóvil como los que no”. De ahí que cada vez sea más común que, igual que se exige un canon para instalar terrazas o por un vado en la acera, se haga lo propio con un impuesto específico a los usuarios de automóviles.

El profesor de la Universidad de UCLA Donald Shoup publicó en 2005 'The High Cost of Free Parking', cuyo título deja lugar a pocas dudas. Para el autor, los problemas generados por el parking gratuito son de una de esas “tragedias de los bienes comunales” en las cuales individuos racionales destruyen un recurso compartido en contra de su interés. En este caso, cientos de miles de personas compiten cada día por un recurso limitado gastando su tiempo y produciendo externalidades negativas como contaminación o ruido y sustrayendo ese espacio a otros usuarios.

Cuando se habla de limitar el estacionamiento público en favor de aparcamientos privados disuasorios, suele salir a relucir el nombre de Ámsterdam, que de aquí a 2025 eliminará 11.200 plazas de aparcamiento. La ciudad de los Países Bajos ya exige permisos para acceder al estacionamiento, cuya concesión será limitada en los próximos años. El coste del estacionamiento en las calles ha subido este año desde los cinco euros hasta los siete y medio, el aparcamiento exterior más caro del mundo. La gran crítica, que se trata de un impuesto regresivo, pues afecta igual independientemente del nivel de renta.


Otras ciudades españolas van recortando poco a poco el “subsidio” al automóvil. Sevilla, otro ejemplo internacional, eliminó 5.000 plazas para construir su carril bici.

Sin duda, después de lo expuesto puedo hacer varias reflexiones:

Primero: ¿Realmente el coche es el responsable de todos los males que están ocurriendo en nuestra sociedad?

Segundo: ¿Hay alguien que está interesado en acabar con el sector del automóvil y las empresas directas e indirectas que tienen que ver con el sector?

Tercero: Antes de llegar a estas conclusiones, opiniones y datos que quieren que aquellos que tenemos un vehículo lo cambiemos por un patín, tengo que decir que a estos señores no les falta razón.

Pero, ¿Por qué son tan torpes los políticos que nos gobiernan?

Si tuviéramos profesionales bien asesorados, no cometerían las tropelías que realizan cada día en las ciudades.

Ejemplo: Antes, en la mayoría de los edificios que se construían no se hacían ascensores, hoy pensando que los jóvenes algún día llegarán a ser personas mayores, la mayoría con sus facultades físicas algo mermadas, por lo que se ha pensado que los edificios con más de tres plantas hay que habilitarles uno, para hacerle a nuestros mayores la vida más agradable y fácil.

Por esa misma regla de tres, ningún político aventajado, podría haber pensado que los vehículos han ido aumentados sus ventas, así como el número de ellos en cada familia, y que de ninguna de las maneras podíamos subirnos el coche a casa, por lo que ¿podrían haber pensado hace tiempo aumentar el número de estacionamientos públicos y privados?

Nada, que vuelve a cogernos el toro, ¡somos así!, vivimos el aquí y el ahora, y esto es consecuencia de aquellos que vislumbran un futuro para todos nosotros, solo pensando en ellos.

"Es como si usted se compra una vaca, no tiene sitio en su casa y me dice que quiere un hueco en la calle donde ponerla, el coche es igual".

Al final, siempre pagamos los mismos.

 

Con afecto y respeto,

 

Pepe Bejarano

todomotorsevilla@gmail.com

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